La Antártida es uno de los continentes más grandes del mundo, el cuarto después de Asia, América y África. Tiene una extensión de 14 millones de kilómetros cuadrados cubierta en un 98% por hielo. El viento y el frío son tan intensos que es el único continente donde no existen habitantes nativos y tampoco pertenece a ningún país, aunque es uno de los territorios más deseados del planeta. Antes de la llegada del primer explorador, el noruego Roald Amundsen en 1911, Argentina ya reclamaba su soberanía sobre una parte del suelo antártico y posteriormente lo hicieron Reino Unido, Chile, Australia, Nueva Zelanda, Francia y Noruega. Estos 7 y otros 35 países tienen en la actualidad bases permanentes, pero el continente que también llamamos el Polo Sur, porque allí se encuentra el polo sur geográfico, sigue sin pertenecer a nadie.
El 1 de diciembre de 1959 los siete países que reclaman partes de La Antártida y otros 5 (Bélgica, Estados Unidos, Japón, Sudáfrica y Rusia) firmaron el Tratado Antártico, que establece el uso del continente “exclusivamente para fines pacíficos”, para que “no llegue a ser escenario u objeto de discordia internacional, en interés de toda la humanidad”. El acuerdo entró en vigor el 23 de junio de 1961 y congeló las reclamaciones de soberanía, convirtiendo La Antártida en una reserva científica internacional, en la que están prohibidas las pruebas nucleares y cualquier acción militar, salvo que esté relacionada con la investigación científica.
Este tratado estará vigente hasta 2048 y fue posible gracias al esfuerzo de la comunidad científica internacional, que fue capaz de crear el clima de diálogo y cooperación necesarios para dejar a un lado las pretensiones soberanistas y anteponer los fines pacíficos. A los 12 firmantes iniciales se sumaron otras 42 naciones, aunque solo los 29 que realizan actividades de investigación importantes tienen derecho a voto y pueden tomar decisiones sobre el presente y el futuro de La Antártida.
El interés de todos estos países por el continente helado se debe a los abundantes y valiosos recursos naturales que esconde bajo la inmensa capa de hielo que lo cubre y que llega a tener hasta 4 kilómetros de espesor.
Los científicos calculan que bajo el suelo antártico existen alrededor de 200.000 millones de barriles de petróleo, mucho más que en países petrolíferos como Kuwait o Abu Dhabi, además de una gran cantidad de gas y minerales como el carbón, plomo, hierro, cromo, cobre, oro, níquel, platino, uranio y plata. Aunque su explotación no es posible, porque las actividades mineras y petrolíferas están prohibidas y la extracción sería muy costosa debido a la profunda capa de hielo y roca que cubre la superficie, nadie sabe si en el futuro esas fuentes de energía pueden llegar a ser necesarias.
Lo mismo ocurre con el agua. El hielo que recubre La Antártida es la provisión de agua dulce más grande del mundo. Se calcula que contiene el 70% del agua dulce del planeta, ya que allí se concentra el 90% de todo el hielo de la tierra.
Otra ventaja de la Antártida está relacionada con sus cielos, que son especialmente claros y están libres de interferencias de radio. Estas características los hacen idóneos para la investigación del espacio profundo y el seguimiento satelital, pero también para establecer redes de vigilancia encubierta y de control remoto de sistemas de armas de ataque. Países como Australia han mostrado su temor a que China utilice su base científica para fines militares de vigilancia, aunque por el momento no se ha demostrado ninguna violación del Tratado Antártico en este sentido.
Entre las riquezas del continente también destacan la flora y la fauna, pese a ser las menos diversas del planeta. El gran océano de aguas profundas y gélidas que rodea el continente alberga especies marinas de gran valor, como el krill, un pequeño crustáceo que sirve de alimento para muchos otros seres vivos marinos, como ballenas, focas y pingüinos.
Con el fin de proteger la biodiversidad frente a las amenazas ambientales y el cambio climático, el Tratado Antártico se reforzó en 1991 con un Protocolo Ambiental, también llamado Protocolo de Madrid porque se firmó en dicha ciudad. Este protocolo prohíbe la explotación de los recursos de La Antártida salvo para fines científicos y ha hecho posible que sea uno de los pocos lugares del mundo donde el hombre y la naturaleza coexisten en armonía, por lo que se considera un ejemplo de cooperación y convivencia para la humanidad.
Fuentes:
- https://www.bbc.com/mundo/noticias-54833919
- https://www.europapress.es/internacional/noticia-quien-pertenece-antartida-20170915152034.html
- https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/de-quien-es-la-antartida/