El escritor barcelonés Eduardo Mendoza (1943) ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025, uno de los reconocimientos más prestigiosos del ámbito hispánico, que celebra no solo la calidad de su vasta obra literaria, sino también su peculiar manera de observar y retratar la realidad con una ironía tan afilada como amable. El jurado ha destacado su “maestría narrativa, su aguda mirada crítica sobre la historia y la sociedad españolas, y su capacidad para renovar géneros desde una voz única, lúcida y profundamente literaria”.
Con una carrera iniciada en 1975 con La verdad sobre el caso Savolta, Mendoza rompió moldes al insertar la novela histórica en un marco policíaco, con lenguaje innovador y compromiso social. Desde entonces, ha desarrollado un universo literario propio que se mueve con naturalidad entre lo culto y lo popular, lo solemne y lo disparatado, lo histórico y lo grotesco. Su obra La ciudad de los prodigios (1986) es hoy considerada una de las novelas fundamentales de la narrativa española del siglo XX, una crónica ambiciosa sobre la transformación de Barcelona entre dos exposiciones universales.
Pero si algo caracteriza el estilo de Mendoza es su inimitable uso del humor. En novelas como Sin noticias de Gurb (1991), una sátira de ciencia ficción protagonizada por un extraterrestre perdido en la Barcelona preolímpica, despliega una mirada sarcástica y divertida sobre la cotidianidad, sin dejar de cuestionar hábitos, discursos y absurdos de la vida urbana. Mendoza combina lo hilarante con lo filosófico, y lo hace desde una prosa limpia, directa, donde las digresiones absurdas y los personajes estrambóticos forman parte de una mecánica narrativa perfectamente calibrada.
Su serie de novelas protagonizadas por un anónimo detective internado en un manicomio, iniciada con El misterio de la cripta embrujada, es un ejemplo claro de su talento para parodiar los géneros tradicionales, como la novela negra o el folletín, sin perder nunca el sentido del ritmo ni la inteligencia en la construcción de la trama.
Mendoza, quien trabajó como traductor en la ONU y estudió Derecho, ha sabido volcar su experiencia vital en una literatura que dialoga constantemente con la historia, la política y el lenguaje. En Riña de gatos. Madrid 1936, ganadora del Premio Planeta en 2010, explora la inestabilidad previa a la Guerra Civil Española con el mismo equilibrio entre documentación y sátira que define su sello literario.
Al conocer la noticia del premio, desde una revisión médica rutinaria, Mendoza reaccionó con la humildad y el ingenio que lo caracterizan: “Llevo toda la vida haciendo lo que más me gusta: escribir y hacer el vago”. Una frase que, más allá de la broma, encierra la filosofía de un autor cuya literatura ha servido para pensar España desde el humor, el lenguaje y la inteligencia.
La entrega del galardón tendrá lugar en octubre, en Oviedo, en una ceremonia presidida por los Reyes de España. Mendoza se une así a una lista de grandes figuras de las letras, y lo hace con el estilo sobrio, irónico y brillante que siempre lo ha distinguido.