Los ultras toman el Congreso

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En los últimos años, la presencia de periodistas vinculados a medios de ultraderecha en el Congreso de los Diputados se ha convertido en un fenómeno tan llamativo como preocupante. No se trata solo de una evolución natural del pluralismo mediático ni de un incremento de voces disonantes en el espacio público: lo que ocurre en las salas de prensa del Congreso va más allá del ejercicio crítico del periodismo y se adentra en terrenos de hostigamiento ideológico, intoxicación informativa y ruptura deliberada del respeto institucional.

Los protagonistas de esta nueva ofensiva mediática suelen proceder de medios digitales de reciente creación, con escasa o nula trayectoria profesional acreditada, pero con una misión muy clara: actuar como altavoces del discurso ultraderechista, hostigar a los diputados de izquierda y reventar la dinámica tradicional de las ruedas de prensa parlamentarias. No hacen preguntas para obtener respuestas; hacen preguntas para construir titulares incendiarios, provocar reacciones y alimentar la narrativa de confrontación que define su línea editorial.

En lugar de ejercer el periodismo como un mecanismo de control al poder, estos actores adoptan un rol de combate: interrumpen, gritan, formulan acusaciones disfrazadas de preguntas y, en ocasiones, rozan el acoso personal. Han convertido las comparecencias públicas en pequeñas trincheras donde se libran batallas simbólicas frente a las cámaras, que luego son editadas y difundidas masivamente a través de redes sociales. No es información: es propaganda de agitación.

Un ejemplo recurrente es la actitud ante portavoces de partidos como PSOE, Sumar o Podemos, a quienes se les interroga no con ánimo informativo, sino con la intención de situarlos en una posición de incomodidad moral o ideológica. Se les acusa, sin pruebas, de “traicionar a España”, de “financiar a terroristas” o de “perseguir a los medios libres”. Preguntas que no buscan respuesta, sino confrontación.

Lo que pretenden estos autodenominados “periodistas disidentes” no es informar al público, sino reforzar un relato de supuesta censura, victimismo y enfrentamiento civil. Su objetivo principal no es el contenido de las respuestas, sino las imágenes del choque, la tensión artificial, la teatralización del conflicto. Y cada vez que un político responde airadamente, alimenta el combustible de esa maquinaria propagandística.

El Congreso de los Diputados, como símbolo de la democracia representativa, se ha convertido en el escenario perfecto para este tipo de operaciones mediáticas. La estrategia es clara: usar el prestigio institucional del Parlamento como telón de fondo para lanzar ataques ideológicos, socavando al mismo tiempo la legitimidad de sus representantes.

Detrás de esta actitud hay una agenda política perfectamente sincronizada con los intereses de fuerzas como Vox, que encuentran en estos medios un brazo comunicativo paralelo que dice lo que ellos no pueden decir abiertamente en la tribuna. Los periodistas de ultraderecha no actúan como observadores críticos del poder, sino como militantes disfrazados de informadores, convertidos en instrumentos de desinformación, polarización y erosión del debate democrático.

Urge una reflexión profunda sobre los límites del acceso a los espacios institucionales de poder. La libertad de prensa es un pilar fundamental de la democracia, pero debe ir acompañada de un mínimo de profesionalidad, ética y respeto a las normas de convivencia. Si el Congreso no es capaz de establecer unos criterios básicos para la acreditación, corremos el riesgo de que las instituciones queden secuestradas por quienes solo buscan destruirlas desde dentro.

En tiempos de creciente desinformación y crispación política, defender el periodismo no es abrir la puerta a cualquier actor con cámara y micrófono, sino proteger la esencia de la profesión: preguntar con rigor, contrastar los hechos y respetar el marco democrático.


Fuentes:

  • ElDiario.es, “Tensión en las ruedas de prensa: el Congreso se convierte en campo de batalla de medios ultras”, mayo 2025
  • El País, “Los pseudomedios de ultraderecha y su estrategia de acoso en instituciones”, abril 2025
  • Público, “La ultraderecha mediática toma el Congreso: ¿periodismo o militancia?”, marzo 2025
  • Reporteros Sin Fronteras España, Informe sobre la libertad de prensa y acoso en espacios institucionales, 2024

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