En una cálida tarde de junio, Clara paseaba por las calles del Eixample barcelonés. La ciudad, vibrante como siempre, parecía haber recobrado su pulso habitual, libre de las tensiones que, durante años, habían dividido familias, amistades y barrios enteros. En las terrazas, se hablaba más de fútbol y vacaciones que de referéndums y urnas. Pero en su mente, una pregunta seguía latiendo: ¿a qué precio ha vuelto esta calma?
El aval del Tribunal Constitucional a la Ley de Amnistía a los políticos catalanes implicados en el procés ha dejado a la sociedad española entre la esperanza y la indignación. Por un lado, los defensores de la medida, como Clara, evocan las palabras de la filósofa Hannah Arendt, quien defendía la capacidad del perdón como una de las herramientas más poderosas para romper el ciclo interminable del resentimiento. Arendt, tras los horrores del siglo XX, escribió que el perdón era esencial para la convivencia humana, especialmente cuando el pasado no puede ser deshecho. Según esta visión, la amnistía se presenta como una apuesta por el futuro, por una España que se reconcilia consigo misma, que reconoce los errores sin quedar atrapada en ellos.
Y lo cierto es que, en Cataluña, algo ha cambiado. Las tensiones han disminuido, las protestas han cesado y las instituciones vuelven a trabajar con una relativa normalidad. El independentismo, lejos de desaparecer, parece ahora canalizado por vías políticas más constructivas. Muchos ciudadanos, cansados del conflicto, agradecen esta nueva etapa de estabilidad. “No podemos vivir eternamente en la confrontación”, dice Clara a su amiga Ana, mientras ambas observan a un grupo de jóvenes reír en una plaza. “El perdón no es olvido. Es una forma de construir algo nuevo.”
Sin embargo, no todos comparten esta visión. En muchos rincones de España, la amnistía se percibe como un pacto inmoral entre un gobierno necesitado de apoyos y unos políticos que, tras quebrantar la ley, ahora quedan impunes. Las voces críticas argumentan que no se trata de una verdadera reconciliación, sino de un intercambio de favores políticos. “¿Cómo podemos hablar de justicia si los responsables de delitos como la malversación quedan libres?”, pregunta indignado Javier, un funcionario judicial en Madrid. Para él y muchos otros, la ley no ha sido un gesto de grandeza política, sino una cesión peligrosa que erosiona el principio de igualdad ante la ley.
De hecho, varios jueces han manifestado su intención de no aplicar la amnistía en casos donde consideran que los delitos no pueden ser perdonados, especialmente aquellos relacionados con la malversación de fondos públicos. Alegan que el texto de la ley es ambiguo y que la malversación, más que un acto político, es un delito económico con consecuencias directas sobre la ciudadanía. Esta resistencia judicial pone en evidencia la fractura institucional que la amnistía ha provocado, y augura un largo recorrido de recursos, interpretaciones y tensiones entre el poder judicial y el legislativo.
Clara no ignora estos argumentos. Le preocupan. Pero insiste en que, a pesar de sus imperfecciones, la ley ha cumplido con un objetivo crucial: evitar que la sociedad catalana siga sangrando por una herida que no dejaba de supurar. La alternativa era prolongar un conflicto que ya había desgastado las instituciones, fracturado a la sociedad y debilitado la imagen internacional de España. “No hay decisiones puramente justas en política”, reflexiona. “Solo intentos de gestionar lo imperfecto sin destruirnos unos a otros”.
La amnistía no ha borrado el pasado, ni ha resuelto todas las heridas. Pero ha abierto un paréntesis. Quizás, como decía Arendt, no se trata tanto de olvidar, sino de elegir vivir sin odio. La historia dirá si esta decisión fue un acto de coraje político o una claudicación frente al chantaje. Por ahora, en las calles de Barcelona, el silencio de los gritos pasados se agradece como una tregua, aunque nadie sepa cuánto durará.
Fuentes:
- Arendt, Hannah. La condición humana. Editorial Paidós, 1993.
- El País. “El Congreso aprueba la ley de amnistía con mayoría absoluta.” 30 de mayo de 2025.
- El Mundo. “Jueces se resisten a aplicar la amnistía por malversación: ‘Es inconstitucional’.” 2 de junio de 2025.
- La Vanguardia. “La paz regresa a Cataluña: menos tensión, más diálogo.” 10 de junio de 2025.