¿Una nueva era?

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Muchos historiadores ya denominan el 11-S como el principio de una nueva era. Si bien considero innecesario relatar lo que ocurrió aquella fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001, obviando que todo el mundo conoce los hechos, es vital poner en perspectiva lo que aquél brutal ataque ocasionó en los años venideros.

El atentado contra el World Trade Center y el Pentágono no fue solo una agresión hacia Estados Unidos, sino hacia el mundo entero. Fue, sin duda, la chispa que encendió un odio que yacía latente desde hacía muchos años y que de la noche a la mañana se hizo más visible que nunca. No era la primera vez que Al-qaeda hacía algo así y, por desgracia, tampoco fue la última. Perpetraron 20 atentados más hasta la caída de Osama Bin Laden, lo que hace un total de 25 desde 1993 hasta 2011. Su objetivo ya no era EE.UU, sino el mundo en general; Indonesia, Kenia, Túnez, Arabia Saudita, Marruecos, España, Jordania, Inglaterra y Argelia fueron algunos de los afectados. Tras la muerte de su principal líder sus acciones comenzaron a tener menor notoriedad y  quedaron en segundo plano. En los años siguientes, fue el DAESH el que se propuso sembrar el miedo en Europa; París, Niza, Bruselas, Manchester y Barcelona fueron los principales perjudicados dejando más de 300 muertos y 500 heridos.

Pero no es solo el terrorismo islámico el que amenaza al mundo, numerosas organizaciones extremistas vieron en esta tragedia la oportunidad de hacerse ver. Ante este aumento de los ataques, los países vieron la necesidad de protegerse. Estados Unidos fue el primero en tomar medidas, probablemente porque fue con el que más se ensañaron. El resto de estados siguieron el ejemplo, dando lugar a una lucha global en la que desgraciadamente se ven inhibidas ciertas libertades y en ocasiones hasta los propios Derechos Humanos, véanse las intervenciones militares en Irak y Afganistán. Nuevos cambios legislativos entraron en vigor, lo que junto con un aumento de la vigilancia y el control hacen mucho más difícil el comercio y turismo internacional. En un sorprendente acto de colaboración entre países la lucha contra el terrorismo pasó de ser individual, es decir, EE.UU contra Irak o España contra ETA, a una causa conjunta; el mundo contra la amenaza.

Más allá de las consecuencias políticas, hubo un gran daño psicológico que acarreó importantes cambios sociales. La población musulmana fue la que se llevó la peor parte debido a un alarmante incremento de la islamofobia. La sensación de estar expuestos a tal amenaza en cualquier momento y en cualquier lugar provocó una aprensión masiva, generando rechazo hacia todo aquel que no compartiera los ideales propios. La sociedad se vio entonces sumergida en un sentimiento conjunto de miedo, desconfianza y sometimiento. Este sentimiento sigue vivo a día de hoy en una gran parte de la población mundial, no solo en aquellos que se vieron directamente afectados por los atentados o sus consecuencias, sino también, por aquellos que de algún modo lo heredaron: hijos, nietos o amigos de personas en las que este sentimiento verdaderamente caló. Dejándonos a nosotros, los nacidos en medio de todo este caos social, la labor de restaurar las relaciones internacionales e incluso las intranacionales. Una tarea que se nos está complicando debido a la actual situación sanitaria, que nos impide viajar y que nuevamente pone al límite la capacidad de colaboración entre naciones.

Los ataques del 9/11 tuvieron también un impacto en la economía, aparte de la cantidad de costes administrativos de los propios atentados, numerosos estudios muestran que, aunque no representaron una causa directa, fueron indiscutiblemente un catalizador para la crisis del 2008. Esto se debe a que, ante el miedo de volver a ser atacados y el sentimiento de vulnerabilidad, las bolsas sufrieron enormes variaciones, lo que provocó fisuras que finalmente desembocaron en la crisis mundial. Otra consecuencia que se suele pasar por alto es el cambio en la arquitectura, a partir del terrible ataque todos los rascacielos se comenzaron a construir con refuerzos en sus infraestructuras y numerosas medidas de seguridad: escaleras más anchas, ascensores utilizables en caso de emergencia, arcos de detección de metales y cámaras en todo el perímetro.

Todos estos cambios, provocados directa o indirectamente por el mismo hecho en particular, justifican que el 11-S fue inequívocamente el inicio de una nueva era. Ahora está en nuestras manos y las de las generaciones posteriores, tener en cuenta la historia de nuestro mundo, para así no cometer los mismos errores que en su día cometieron nuestros predecesores y cambiar el odio, el rechazo y la malicia por el amor, el respeto y la empatía.

Recursos utilizados:

El 11-S y el comienzo de una nueva era global por Ana Rodríguez, Atalayar.com

https://atalayar.com/content/el-11-s-y-el-comienzo-de-una-nueva-era-global

Los atentados de Al Qaeda en los últimos tiempos, Clarín.com

https://www.clarin.com/mundo/atentados-Qaeda-ultimo-tiempos_0_SyKEUem6PQl.html

Efectos y consecuencias del 11-S. Una perspectiva ético-política por Alejandro Vélez Salas, Dialnet

https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=140942

Diez efectos del peor ataque terrorista en la historia de EE. UU. por Eltiempo.com

https://www.eltiempo.com/mundo/eeuu-y-canada/diez-efectos-del-atentado-contra-las-torres-gemelas-266946

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