Inquieto, y provocador, este estudiante de ciencias políticas fue en sus días de colegio el lado rebelde de nuestras redacciones
La política ha sido siempre el objeto de deseo de Mario Pisano, un voraz lector y un filosófico alumno que se planteó en su momento “enredados” no como un concurso, sino como un medio de comunicación desde donde informar, sensibilizar y provocar intelectualmente. Famoso en el grupo por una agria discusión con Pedro Sánchez, que nos costó perder una entrevista, ha sido siempre nuestra conciencia, quien nos ha recordado por que existir, para mirar la vida con otros ojos.
Corría una tarde de noviembre, allá por el 2016, en la que el cielo había escampado y la brisa otoñal palpaba mis mejillas. Los tejos de al lado de mi casa estaban más tristes que de costumbre y en sus ramas mustias se posaba un pequeño Martín-Pescador de bellos colores. Me quedé observándole unos segundos hasta que desplegó sus hermosas alas y echó a volar, cuando me di cuenta que había quedado con unos amigos para que me explicasen un proyecto de periódico que había en mi colegio.
Seguí mi camino un poco nervioso porque iba algo tarde, por lo que eché a correr. Mientras subía me encontré a Gonzalo por el camino, un gran amigo mío desde que éramos pequeños, y me dijo que él también iba a apuntarse al periódico, por lo que me quedé más tranquilo. Llegamos al colegio y vimos que en una clase estaban algunos amigos nuestros con otros compañeros más mayores por lo que entramos a preguntar.
Abrimos la puerta y allí estaban los que más adelante serían nuestros compañeros de redacción; David, Inés, Mari, Fidel, Araceli, Laura, Izan, José Antonio… Nos saludamos y nos presentamos mientras cogíamos unas sillas para unirnos al corro, cuando de pronto se abrió la puerta y entró un tipo algo mayor que me sonaba de verle por los pasillos. Cerró y todos le miramos. Su mirada transmitía conocimiento y sus gestos seguridad. Se giró y nos dijo “Soy Eusebio, vuestro compañero de periódico”.

Algunos de los que estaban en la sala ya le conocían porque les había dado clase de historia o de economía, pero nosotros no teníamos ni idea de quien había detrás de ese hombre. Nos preguntó nuestro nombre y nos ofreció galletas que había comprado para merendar, nos aseguró que a esa clase podríamos ir siempre que tuviésemos una duda, un problema, o un logro que compartir con él. A partir de ese día durante 3 apasionantes años en esa clase surgieron debates, conflictos, ideas, proyectos y, sobre todo, amistades.
Había comenzado el nuevo “Enredados”.
Cada vez que me encontraba a Lucas bajando por las escaleras del patio con su cámara ya sabía que este estaba buscando la mejor fotografía que poder mostrar al grupo. O cada vez que veía a Jesús corriendo a la sala de profesores con sus hojas, ya sabía que estaba intentando conseguir la mejor información que ofrecernos el viernes.
Con Tesón y dedicación conseguimos hablar con Iñigo de Serna, entrevistar a Ruth Beitia, estar con Pedro Sánchez, conocer a Juan Carlos Monedero, reírnos con Tricycle, jugar con Anna Muzychuk… Nos abrimos al mundo, conocimos, comparamos, descubrimos y sentimos.
Recuerdo como si fuese ayer las veces que Izan no podía controlar sus nervios y las tardes en las que Carmen no paraba de reír por la viñeta que Mercedes había dibujado. Me acuerdo también de las mañanas en el tren y las noches frente a la pantalla del ordenador.
Nos sentíamos grandes, libres e imparables, nos sentíamos mayores y sabios, nos sentíamos amigos. Pero con el paso del tiempo te das cuenta de que nada es tan bello como lo que se disfruta en buena compañía y que, aunque creas que todo está perdido siempre hay esperanza.
Y en el momento que salimos de esa clase que nos acogió y nos crió, nos dimos cuenta de que podíamos volar tranquilos sabiendo que siempre tendríamos un nido al que regresar.