Tres leyendas

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Tete Rodríguez, Rafael Fuentevilla y Pepe Ingelmo. Tres mitos del bolo palma, tres hombres que forman parte de una de las leyendas que han construido Cantabria, tres tiradores de bolos

Hay pocas cosas que identifiquen más a nuestra tierra que el deporte de los bolos. Hoy, con el abandono de las televisiones, y su menor presencia en los medios parece un elemento olvidado, pero sigue siendo parte de la raíces de Cantabria. Cada bolera de cada pueblo ha sido y es el centro de reunión de las comunidades rurales. Las gestas de los tiradores motivo de conversación y las partidas el comienzo de una fiesta que mantiene vivos a los pueblos y su cultura. Estamos en Torrelavega, y en una de sus boleras, junto a nosotros, Tete Rodríguez, Rafael Fuentevilla y Pepe Ingelmo, tres mitos del bolo palma, tres hombres que forman parte de una de las leyendas que han construido Cantabria, tres tiradores de bolos.

“Empecé de chiquitín en una bolera al lado de casa. Mirábamos a las personas mayores, y les imitábamos primero con los tangues luego con piedras y después cuando los mayores se cansaban nos colábamos en la bolera y les cogíamos las piezas”. Es Tete Rodríguez, campeón de España. Un hombre duro y serio, que emana bondad en cada uno de los movimientos de sus manos. Uno de los jugadores con más victorias en la historia de este deporte. Ingelmo sonríe mientras le escucha, “yo también empecé en los bolos de joven, vosotros sois muy jóvenes y no lo sabéis, pero en los pueblos de antes nada más que había bolos, allí no había ni baloncesto ni futbol. Era eso o nada. Empecé en la bolera al lado de casa”. Es un caso parecido al de Fuentevilla, que con 7 años sorprendía en los corros con su desparpajo y una habilidad impropia de su edad, que compensaba la falta de fuerza. A diferencia de sus compañeros hubo unos años en los que prácticamentese dedicó al futbol y dejó los bolos de lado, pero, aun así está en el Olimpo.


Tete Rodríguez, Rafael Fuentevilla y Pepe Ingelmo en la Peña Bolística de Torrelavega. / FIDEL LINARES (ENREDADOS)

Todos coinciden en que la bolera era el centro del pueblo. Era lo que hoy son las pistas de futbito, donde todos los chavales jóvenes se reunían y como no había más cosas se dedicaban a derribar bolos. “A mí toda la vida me han gustado los deportes en general pero siempre tuve claro que lo mío eran los bolos”, afirma Rafael Fuentevilla. Por otro lado, el futuro de Pepe Ingelmo era como portero en la Gimnástica de Torrelavega pero este sueño se vio anulado por culpa de una lesión en el hombro izquierdo. Alega que fue a los mejores médicos de España pero no había ninguna cura por lo que decidió pasarse a los bolos ya que era una afición que siempre había tenido presente a pesar de los impedimentos que le puso su equipo de futbol por entonces.

Descubrimos sus caras más nobles cuando oímos a Pepe Ingelmo decir: “Los bolos de antes no son comparables con los de ahora”. Nos relatan cómo han cambiado los bolos en todos los aspectos durante los últimos 40 años. “De antes los bolos eran una forma de divertirte, ibas con tus amigos a la bolera, echabas una partida y luego te ibas a tomar unas copas” comentaba Tete Rodríguez. Hoy en día nos explican que es totalmente diferente, comparan a los mejores jugadores de bolos actuales con Messi o Cristiano Ronaldo, “van a los concursos con su botella de agua y su toalla y a la salida no paran ni a hablar con el público”.

A raíz de esta respuesta, nos hablan de los concursos más bonitos. “No son ya por el dinero, sino por el prestigio como el Botín, el San Antonio o La Patrona”, asegura Fuentevilla.  “Lo mejor es la multitud de gente que venía a estos concursos”, Tete nos desvela con una sonrisa picarona que estos eran los más fáciles de ganar, había muchos jugadores que delante de tanta gente se ponían nerviosos y fallaban, a él, en cambio le motivaban para ganar.

Defienden los bolos de antes como una afición que no podía permitirse cualquiera, si no llega a ser por Severino Prieto los tres coinciden en que no hubiesen sido ni la mitad de lo que son ahora. Hablan de este señor como de un ángel caído del cielo. Él fue el encargado de pagarles las inscripciones a los concursos, prestarles bolas o transportarles hasta el pueblo donde se iba a realizar. Era una afición muy difícil de compaginar con el trabajo, tenías que levantarte a las cinco a trabajar para poder tener la tarde libre para los bolos.

Aunque suene incoherente, nos aseguran que en el fondo compensaba. Solo por todos los amigos que hicieron en toda España, la cantidad de anécdotas que han vivido gracias a los bolos y sobre todo la alegría de ser campeón de España o ser el primero en ganar 11 veces seguidas este campeonato. “Es algo indescriptible, tienes que vivirlo para saber de lo que hablo” asegura Tete Rodríguez.

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