Un terremoto también llamado sismo, seísmo, temblor de tierra, o movimiento telúrico, es un fenómeno de sacudida brusca y pasajera de la corteza terrestre producida por la liberación de energía acumulada en forma de ondas sísmicas. Los más comunes se producen por la actividad de fallas geológicas. También pueden ocurrir por otras causas como, por ejemplo fricción en el borde de placas tectónicas, procesos volcánicos, impactos de asteroides o cometas, o incluso pueden ser provocados por el ser humano al realizar pruebas de detonaciones nucleares subterráneas.
El punto de origen de un terremoto se determina foco o hipocentro. El epicentro es el punto es el punto de la superficie terrestre que se encuentra directamente sobre el hipocentro. Dependiendo de su intensidad y origen, un terremoto puede provocar desplazamientos en la corteza terrestre, corrimientos de tierra, maremotos o actividad volcánica. Para medir la energía liberada por un terremoto se emplean diversas escalas, entre ellas, la escala de Richter es la más conocida y utilizada por los medios de comunicación.
La causa de los terremotos se encuentra en la liberación de energía de la corteza terrestre acumulada a consecuencia de actividad volcánica y tectónica, que se origina principalmente en los bordes activos de placas tectónicas.
Aunque las actividades tectónicas y volcánicas son las causas principales por las que se generan terremotos hay otros factores que pueden originarlos:
Acumulación de sedimentos por desprendimientos de rocas en las laderas de las montañas.
Modificaciones del régimen fluvial.
Variaciones bruscas de la presión atmosférica por ciclones.
Estos fenómenos, eventos de baja Magnitud, que generalmente caen en el rango de microseísmos: temblores solo detectables por sismógrafos.
Se denominan terremotos inducidos a los sismos o los terremotos de muy baja magnitud, producidos como consecuencia de alguna intervención humana que altera el equilibrio de fuerzas en la corteza terrestre. Entre las principales causas de sismos inducidos se pueden mencionar: la construcción de grandes embalses, el fracking o los ensayos de explosiones nucleares.
Grandes embalses: Los reservorios grandes pueden alterar la actividad tectónica. La probabilidad de que produzca actividad sísmica es difícil de predecir. Sin embargo, se deberá considerar el potencial destructivo de los terremotos, que pueden provocar desprendimientos de tierra, daños a la infraestructura de la represa, y la posible falla de la misma.
Fracking: Actualmente, se tiene certeza de que si como consecuencia de eliminación de desechos en solución, o en suspensión, estos se inyectan en el subsuelo, o por extracción de hidrocarburos, en las regiones ya sometidas a fuertes tensiones se provoca un brusco aumento de la presión intersticial una intensificación de la actividad sísmica. Hay numerosos datos sobre los terremotos inducidos por este tipo de actividad Oklahoma cada año entre 1976 y 2007, se había registrado solo un terremoto de magnitud 3 o mayor, pero desde 2008 hasta 2013 se producían cada año 44 seísmos de esa magnitud. La novedad de este estudio —en comparación con otros estudios que ya había vinculados estadísticamente fracking y terremotos en Oklahoma, Texas, Arkansas y Kansas— es que cuenta con ayuda de simulaciones informáticas del mecanismo de “viaje” del agua en el subsuelo. No solo se incrementaron los terremotos, determina el estudio, sino que evidencia cómo los terremotos se han registrado mucho más lejos de la planta de lo que hubiéramos esperado. El debate acerca de la peligrosidad de fracking sucediendo durante años, y este estudio ciertamente alimenta las protestas de aquellos que se oponen a este tipo de actividad.
Fuente: wikipedia
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Rodrigo Pardo 1º ESO