Imprimir PDFKaren Silkwood fue una técnica química estadounidense y activista sindical que se hizo conocida a mediados de la década de 1970 por denunciar graves irregularidades en materia de seguridad en la planta de reprocesamiento de combustible nuclear de Kerr-McGee donde trabajaba.
Su historia es famosa por su trágico final y las preguntas que siguen sin respuesta. Falleció en un accidente automovilístico en 1974 bajo circunstancias sospechosas, lo que ha alimentado teorías de que fue asesinada para silenciarla.
Karen era activista por la seguridad nuclear: Karen trabajaba en una planta que manipulaba plutonio, un elemento altamente radiactivo. Preocupada por las deficiencias en los protocolos de seguridad y el potencial daño a la salud de los trabajadores y el medio ambiente, se convirtió en una activista vocal.
Silkwood comenzó a denunciar las violaciones a las normas de seguridad que observaba en la planta. Se unió al sindicato y se contactó con la prensa para exponer las negligencias de la empresa.
En 1974, falleció en un extraño accidente automovilístico mientras se dirigía a reunirse con un periodista del New York Times, presuntamente para entregarle pruebas de las irregularidades.
Las circunstancias del accidente y el hecho de que Silkwood estuviera a punto de revelar información sensible han llevado a muchos a sospechar que fue asesinada.
Su caso se convirtió en un símbolo de la lucha por la seguridad nuclear y la protección de los trabajadores en entornos peligrosos.
Hoy hay dos versiones sobre su muerte.
La versión oficial, defendida por las autoridades, es que Karen Silkwood falleció en un accidente automovilístico el 13 de noviembre de 1974. Se argumenta que se quedó dormida al volante, debido a la fatiga o a la medicación que tomaba, y perdió el control del vehículo.
Sin embargo, muchos sospechan que fue asesinada para silenciarla. Karen había denunciado públicamente las graves deficiencias en materia de seguridad en la planta nuclear de Kerr-McGee donde trabajaba, y se encontraba en camino a reunirse con un periodista del New York Times para entregarle pruebas contundentes de estas negligencias.
Hay evidencias de esta opción. Algunos testigos afirman haber visto otro vehículo que embistió el coche de Karen, forzándola a salirse de la carretera. Se encontraron huellas en el asiento del pasajero, como si Karen se hubiera agachado para protegerse de un impacto frontal, lo que contradice la teoría de que se quedó dormida. Se detectaron niveles anómalos de plutonio en el cuerpo de Karen, lo que podría indicar que fue envenenada.
Además la investigación tuvo ciertas inconsistencias. La investigación oficial fue criticada por su falta de rigor y por la negativa a considerar la posibilidad de un asesinato. Se extraviaron pruebas importantes del lugar del accidente. Se intimidó a testigos.
A pesar de las numerosas investigaciones y los diferentes análisis, no hay una respuesta definitiva a la pregunta de quién mató a Karen Silkwood. Las evidencias son inconclusas y las teorías conspirativas abundan. Lo que sí queda claro es que Karen era una mujer valiente que luchaba por la seguridad de los trabajadores y del medio ambiente, y que su muerte dejó una profunda huella en la historia del movimiento antinuclear.