Detrás de la palabra abuso se esconden muchos tipos de maltrato. Para entender este tipo de situaciones hay que analizar cada una por separado.
Este ocho de marzo algunas mujeres se han manifestado pidiendo igualdad, algo que debería ser así por naturaleza, pero no lo es. Los hombres siempre se han considerado superiores, hasta hace unos años, que las mujeres dijeron ya basta y lucharon por lo que les correspondía. Ellas no piden ser superiores, sino iguales. El camino no ha sido fácil, hay mujeres que han sufrido maltratos, y otras que sin darse cuenta han sido víctimas. No podemos llegar a entender lo que algunas mujeres han pasado sino lo vivimos.
Dentro de los tipos de maltrato, encontramos en primer lugar el maltrato psicológico. El fin de este es lograr la desvalorización de la mujer y conseguir hacerla sentir inferior, y así obtener de ella todo lo que el hombre desea, haciéndola creer que tiene autoridad ante ella. A partir de insultos, amenazas, desprecios, juzgamiento y aislamiento, alejándola de las relaciones sociales que tenía desde hace tiempo.
Por el contrario, el maltrato físico es una agresión intencionada que puede llegar a dañar la integridad corporal de la víctima. Se ejerce mediante la fuerza física en forma de golpes, empujones, patadas y lesiones provocadas con diversos objetos o armas. Puede ser cotidiana o cíclica, es decir, pueden combinarse momentos de violencia física con periodos de tranquilidad. El maltrato físico se detecta por la presencia de magulladuras, heridas, quemaduras, moratones…
Otro tipo de maltrato, es el simbólico. Utiliza patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos para transmitir y reproducir la dominación, la desigualdad y la discriminación, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad. Es el más difícil de distinguir y percibir.
Cabe agregar que también existe el maltrato económico que consiste en la privación intencionada y no justificada legalmente de recursos para el bienestar físico y psicológico de la víctima y de sus hijas e hijos, como el impedir el acceso a cuentas, a la participación en los bienes comunes, al acceso a un puesto de trabajo o a la educación, el impago de pensiones alimenticias a hijas e hijos… en el ámbito de la familia o la pareja.
Por último, está el maltrato social que pretende aislar socialmente a la víctima, controlando o impidiendo sus relaciones familiares y/ de amistades, impidiendo o imponiendo su presencia en reuniones familiares, de amistades, actos sociales, coqueteando abiertamente con otras mujeres en su presencia…
A pesar de la desigualdad que todavía forma parte de la sociedad, gracias a la persistencia de las mujeres ha habido una gran mejora, y ahora ellas pueden decir que son independientes, y a pesar de que todavía queda mucho, ya llevamos un gran camino. Así que, ¿por qué no luchas por lo que quieres?