Continúan las protestas por los afectados cántabros por las preferentes, que se muestran disconformes con las soluciones plateadas por las entidades bancarias y la administraciónTodo el mundo sabe de la engañosa venta de estos productos, pero pocos conocen las miles de historias de las familias afectadas. Azucena Aguirre, portavoz de la Plataforma de Afectados por las Participaciones Preferentes en Cantabria, nos cuenta su forma de vivir la difícil solución.«¿Que qué excusa me pusieron? Que era un plazo fijo, o que equivalía a un plazo fijo. Que podía retirarlo cuando quisiera y que no habría ningún tipo de inconveniente»Lo que Azucena nos cuenta podría ser lo mismo que nos diría cualquiera de los más de 5000 afectados por las participaciones preferentes y subordinadas de Caja Cantabria que hay a día de hoy.
Estos productos, vendidos mediante esta colosal estafa en múltiples cajas de ahorros y bancos en toda España, con excusas parecidas a esta, han causado daños tanto económicos como personales a cientos de miles de ciudadanos en nuestro país.Pero, ¿y qué demonios son realmente las participaciones preferentes? Se trata de una herramienta de inversión de altísimo riesgo, en la que el capital no está garantizado, de modo que si quieres recuperar tu dinero, tienes que ponerlo en venta en un mercado secundario. Además, no quedan cubiertas por el Fondo de Garantía de Depósitos y así, si quiebra el banco, pierdes toda tu inversión.
Y, como son a perpetuidad, tienen muy baja liquidez. Prácticamente, te conviertes en un inversor en bolsa.Para esta mujer, todo comenzó con una llamada telefónica de la directora de su sucursal, una persona de total confianza. “Bueno, vale, como tú veas” fue lo único que Azucena repuso a la propuesta de cambiar su antiguo plazo fijo por las famosas preferentes, que según la directora “eran igual que lo otro, no existía ninguna diferencia”.
Meses más tarde, volvió a oír aquella palabra en un artículo de prensa -no precisamente bueno-, y al preguntar en la sucursal le aseguraron que a principios de 2012 “todo quedaría solucionado”. Y les volvió a creer.Es ahí cuando comienza su lucha, tanto la suya como la de miles de cántabros estafados.
Escritos de atención al cliente, quejas a la Comisión Nacionaldel Mercado de Valores y denuncias en el juzgado; junto con las manifestaciones y concentraciones a pie de calle, han sido las vías utilizadas por los afectados para hacerse oír, con un objetivo claro: recuperar todo el dinero perdido.Un año y medio después, continúan al pie del cañón, la mayoría de ellos sin recibir respuesta alguna.
La vía judicial es larga y cara, y aunque en las calles muchos ciudadanos, ajenos al problema, se solidarizan con ellos, siguen sin tener ninguna clase de apoyo por parte de bancos y autoridades. “Todo son buenas palabras, de todo el mundo. No os preocupéis, os ayudaremos… Pero al final nadie hace nunca nada”.En ese tiempo, la crisis económica se ha recrudecido y, por ello, muchos de los afectados están atravesando ahora por aún peores circunstancias laborales. “Ahora estoy en el paro, y no tengo prestación”, se lamenta Azucena. “El abogado, el procurador, las tasas… Todas esas cosas cuestan un dinero, imaginaros”, dice.A la indignación por la pérdida de los ahorros que, en muchos casos, eran de toda una vida, se suman los problemas personales y psicológicos que les han acarreado.
“Psicológicamente estamos todos muy “pa llá” nos cuenta Azucena. “Pero intentamos tomárnoslo con humor, porque si no, ya estábamos todos en el psiquiátrico. Hemos grabado incluso un disco” El sentido del humor no les ha faltado para versionar varias canciones pop-rock españolas, adaptando las letras al lenguaje fraudo-financiero, “Como Yo Te Estafo” en lugar de “Como yo te amo” o “Había una vez un banco” han sido algunos de sus mayores éxitos. Pese a ello, Azucena nos habla de un compañero que “en un año ha adelgazado más de diez kilos, y a otros, el médico les ha prohibido ir a las manifestaciones por problemas de corazón”.
El problema se agrava aún más, tal y como ella nos cuenta, en los casos en que las participaciones llegan a manos de personas realmente incapaces de manejar productos tan peligrosos como estos. Hay casos tan sangrantes como el que ella misma nos explica “Los suegros de un compañero, Fernando, también las tienen, lo que pasa es que no lo saben. Tienen 90 años, y son invidentes. Y no se lo va a decir, porque prefiere perder el dinero a darles ese disgusto”, apunta con rabia la portavoz de la Plataforma Cántabra.“No tenemos nada que esconder, nosotros no hemos robado a nadie.”
A pesar de todo lo pasado durante este tiempo, cuando le preguntamos si piensa rendirse, su respuesta es firme: “No, por supuesto que vamos a continuar. Y el objetivo va ser el mismo, queremos nuestro dinero. No vamos a quedarnos en casa tranquilitos”