En los últimos años la violencia doméstica ha estado muy presente en nuestros medios informativos, aunque siempre lo hemos relacionado con el maltrato a la mujer, desgraciadamente cada vez aparecen mas casos sobre violencia infantil.
Aunque es igual de injustificable, el caso de la violencia infantil nos resulta mucho más alarmante. El hecho de que una persona pueda maltratar a alguien incapaz de defenderse, nos parece el delito más condenable, aunque lamentablemente esto no sea así.
A principios de año salio a la luz el caso de la pequeña Alba de 5 años, ingresada en el hospital Vall d´Hebron con traumatismo craneoencefálico, lo que conmocionó a toda la sociedad española. Los presuntos agresores de la niña, la madre y su compañero sentimental, permanecen en prisión, pero, ¿este trágico suceso no pudo haberse evitado?. Anteriormente Alba había sido ingresada por múltiples fracturas, pero la intervención tanto del hospital como de los asuntos sociales dejó mucho que desear. Esto, nos hace cuestionarnos si la justicia actúa de forma correcta ante estos posibles casos.
Desgraciadamente el caso de Alba no es una excepción, sin embargo tan solo el 20% de los casos de violencia infantil son denunciados. Actualmente solo se reconocen como violencia las agresiones físicas y el abuso sexual, dejando al margen el maltrato psicológico, que no es considerado como violencia infantil, pero que puede llegar a dañar tanto, o incluso más que el físico, la personalidad del niño.
Las estadísticas nos muestran que en la mayoría de los casos, la agresora es la madre, pero ya sea uno u otro, es imposible que el maltrato no llegue a ser conocido por todos los miembros da la familia, por lo tanto, resultan tan culpable el agresor como el que aun sabiéndolo no lo denuncia. Pero el maltrato no solo se da en el ámbito familiar. Otro caso que ha conmocionado a la sociedad durante este año, es el de los chicos suizos internados en el centro de Sant Llorenç de la Muga (Girona), utilizado como reformatorio clandestino para jóvenes problemáticos, donde se vieron sometidos a maltratos físicos además de la situación precaria en la que vivían. Los responsables del centro les obligaban a realizar trabajos forzosos. Al no cumplir con sus tareas, eran encerrados en jaulas para jabalíes, o alimentados únicamente a base de leche y cereales. De no haber sido por la huida de uno de los jóvenes que denuncio la realidad, esta situación se seguiría produciendo.
A través de la red se pueden descubrir otros casos de maltrato, generalmente relacionados con el abuso sexual y la pornografía infantil. El caso más destacado fue el de los jóvenes apodados como Nanysex, Todd y Aza, que se prestaban a trabajar como canguros cometiendo auténticas crueldades con pequeños de cero a cinco años. La magnitud de esta barbarie hizo que hasta los propios investigadores del caso se escandalizasen, afirmando no haber visto nada tan inhumano en toda su vida profesional. Aunque lamentablemente la red es una gran tapadera de pederastas, esperamos que con el apoyo y el trabajo de las instituciones oficiales junto con la colaboración de los internautas, se pueda llegar a terminar con estas situaciones.
En cualquier caso, todo esto nos lleva a reflexionar sobre el escaso control que se tiene sobre estos hechos, pero el primer paso para que se haga justicia es denunciar el caso, y esto depende principalmente del entorno del afectado. Lo que es insólito, es que aún habiéndose denunciado, no se tomen las medidas necesarias contra ello a tiempo, cuando la víctima aún sigue con vida.
Lourdes Fuentes, Marta Ingelmo, Noelia Lopez