Negociar ¿Qué?

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En este barullo de propuestas que vivimos estos días sobre nuevas leyes de aborto, suicidio asistido, pensiones o reforma militar, un silencio (además del que acompaña a nuestra política económica) se ha dejado notar, el del gobierno ante las palabras de Otegui, recién salido de Martutene. Este propugnaba en ese momento que la negociación política es la única salida, y que más pronto que tarde se volverá a ella.

El silencio del gobierno ha causado inquietud en algunos medios sociales y políticos, pues es similar a los previos que nos condujeron hace cuatro años al último intento fallido de solución pacífica.

Ya entonces, Zapatero dijo en uno de los puntos de la propuesta, “Por eso (porque a ETA no le queda otro camino que disolverse), y convencidos como estamos de que la política puede y debe contribuir al fin de la violencia, reafirmamos que, si se producen las condiciones adecuadas (…), apoyamos procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia (…)”. Y no sabemos si esa filosofía sigue en pie, aunque si lo fuera, aparentemente, al menos, sería comprensible mantenerla, si no fuera por nuestra experiencia de engañados.

En cualquier caso, ese intento de la sociedad española de negociar no es solo atribuible a Zapatero. Tras aquella declaración, y en el primer debate sobre el estado de la Nación la mayoría del Congreso de Diputados decidió respaldar la propuesta del presidente de Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, de abrir negociaciones de paz con el grupo terrorista ETA. Todos los partidos del congreso, exceptuando al Partido Popular, apoyaron la propuesta de “dialogar”, esta expresión que tanto utiliza nuestro presidente de gobierno, con una organización que lleva casi cuarenta años matando a inocentes por sus ideas políticas. Durante estos cuatro años, una de las causas fundamentales en el distanciamiento entre los dos grandes partidos españoles ha sido la postura ante esa negociación. Algunos medios de comunicación intentan a atribuir este enfrentamiento a la posición del PP frente a dichas negociaciones. El pacto antiterrorista firmado por PSOE y PP, afirmaba en su primer artículo que “el terrorismo es un problema de Estado. Al Gobierno de España le corresponde dirigir la lucha antiterrorista, pero combatir el terrorismo es una tarea que corresponde a todos los partidos políticos democráticos, estén en el Gobierno o en la oposición”. La oposición siempre se ha quejado de que el PSOE se ha obstinado en hacer responsable al PP de quebrantar dicho pacto acusándole de deslealtad, cuando en realidad ellos mismos están otorgando un cierto poder político a un grupo de asesinos.

El gobierno socialista ha pretendido hacer creer a la sociedad española que el Partido Popular se limita a llevar a cabo el papel de la oposición, manteniéndose contrario a las propuestas del PSOE. Aunque se nos quieran convencer de que el PP “está solo”, también se oponen a la negociación con ETA, y si cabe con mayor firmeza, la inmensa mayoría de las víctimas del terrorismo, que piden respeto, justicia y dignidad para ellos mismos, y para los que ya desagraciadamente no están. Una prueba de ello, han sido las reiteradas convocatorias de manifestaciones que, bajo lemas, como “Por ellos, por todos Negociación en mi nombre ¡NO!”, han jalonado esta legislatura. En ellas y en otras muchas expresiones públicas un amplio sector del país ha pretendido mostrar su total desacuerdo hacia cualquier tipo de negociación con los asesinos de ETA, quienes tanto dolor y sufrimiento han provocado en España.Así, la AVT, el foro de Ermua, Basta Ya y otros colectivos consideran que quienes sostienen que a través del diálogo resulta posible llegar a algún tipo de acuerdo con aquellos que asesinan, chantajean y extorsionan, se equivocan. Tal como el asesinato de barajas, o el posterior de Francia demostró.

Mientras tanto partidos nacionales como los socialistas o Izquierda Unida no han tenido ningún pudor en firmar alianzas y pactos, o en hacer la vista gorda a estos, con grupos que o no repudian la violencia, o directamente la encubren, especialmente en ayuntamientos de muchas partes de España, no solo del País Vasco. Este hecho ha llevado incluso a la discrepancia, al abandono o al ostracismo a líderes históricos como Rosa Díez, Nicolás Gutiérrez o Rodriguez Ibarra.

Resulta irónico que por la libertad de expresión y por la democracia que tanto defienden las dirigentes del PCTV, se pueda asesinar a la gente de una forma tan vil e impune. Y recordemos en esto que hay muchas formas de asesinar, y en algunas no se muere. Consideramos sorprendente que el gobierno, con toda su buena fe, pretenda firmar un pacto de paz por el cual la banda terrorista abandone las armas, “sin exigir nada a cambio”. En estos años, mientras el partido socialista ponía todo su empeño en llegar a un acuerdo, dicha organización se dedicaba a poner bombas, incluso en su tan apreciado país.

El terrorismo que ha practicado ETA, se puede comparar con el vivido en Irlanda del Norte por el IRA que pretende la unión de las dos Irlandas. A diferencia de que este caso el IRA antes de negociar con el gobierno británico, han entregado las armas a cambio de concesión de una autonomía al Ulster. El régimen autonómico que tiene Irlanda del Norte, es mucho menos amplio que el que tiene el País Vasco, en la actualidad, y aun así ETA no se conforma.

Está claro que todos los españoles, coincidimos en que esto no puede seguir así, pero ¿es ésta la mejor forma de afrontar el problema? Quizá tanto un partido como el otro deberían dejar a un lado sus rivalidades y llegar a un acuerdo, aunque parece ser que es imposible. No sabemos si será una cuestión de talante o de firmeza ante el terrorismo, lo que sí está claro es que no se puede consentir que esta situación vaya a más, y no creo que la forma más adecuada de acabar con esta injusticia sea dándoles un voto de confianza a unos asesinos y mucho menos aprobar sus peticiones que tantas muertes han causado. De cualquier forma, no entendemos que les piensa dar el gobierno a cambio del cese del terrorismo, ¿perdonar las penas de los encarcelados?, ¿la independencia?, ¿hasta dónde se cederá? Esperamos que las muertes y los daños causados por estas personas, si aún se les puede llamar así, no les hayan servido para conseguir lo que querían.

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