Morada de los más desfavorecidos

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Bajo estos techos de obra, ellos son los que sobreviven. En esta extraña familia tres madres cuidan de su numerosa prole, más de 10 hijos adoptivos, y además aceptan a los “primos” de estos, para cenar, comer, una ducha rápida o cualquier necesidad.Al hablar de esto me viene a la cabeza esa frase que mi catequista siempre decía; “Esto es evangelio”. Y es que no hace falta ser cristiano para entenderla, da igual tu religión, para darte cuenta de la gran ayuda que estas tres monjas ofrecen a la sociedad. Amparo, la más veterana, Pilar, enfermera a punto de jubilarse y Rosa, siguiendo los pasos de ambas. Juntas llevan la organización de “El hogar del Transeunte”, un lugar para aquellos que no tienen un sitio donde dormir y un dinero con el que comprar su comida. Algo importante que nos resaltaron sus coordinadoras es el hecho de   que un hogar es algo diferente a un albergue. Allí cualquiera que lo necesite puede “hacer vida”, y con esto me refiero, tanto a dormir y a comer, como a hacer las tareas del hogar o a trabajar por el bien de la comunidad.

Se pueden distiguir dos tipos de transeuntes: aquellos que se mantienes fijos, y los que llegan solo en ocasiones de necesidad. La rutina es algo esencial para el buen funcionamiento de la comunidad. Levantarse temprano para un desayuno rápido, y cuanto antes ponerse a trabajar en la empresa “familiar”. Ellos se dedican a construir palés que luego venderán, hasta que algún día afortunado vuelvan al mercado laboral y reagan su vida. Algo que es difícil, pero según Amparo relataba, sí se han dado casos. La única droga que les está permitida es el tabaco, algo esencial para ellos, como una vía de escape. Para esto son sus   únicos descansos antes de la comida. Después de llenar los estómagos, toca la vuelta al trabajo, hasta la hora de “salir”. Sobre las seis, se les está permitido dar una vuelta por la ciudad, para volver a casa a cenar a las nueve. Todos juntos en su comedor meten en la boca el último bocado del día, y antes de irse a la cama, charlan sobre su día . Pero lo que sin duda es lo más importante allí, es el ambiente de hermanos y amigos que exite entre ellos. Todos cuidan de todos y aceptan a cualquiera que entre por la puerta de su casa. Y, además, todo esto, gracias a las ayudas de la gente, la panadería local, la iglesia, ayudas del Estado… y sin ningún sueldo para ellas, las “madres”. Así, reflexionar, y pensar en qué podéis hacer vosotros por los demás. Por qué muchas veces los más necesitados estan más cerca de lo que creemos.

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