Don Marcelino Sanz de Sautuola y Pedrueca nació en Santander el 2 de junio de 1.831 y falleció el 30 de marzo de 1.888. Fue hijo de una familia adinerada con casa en Santander y una finca solariega en Puente San Miguel. Estudió el bachillerato en Santander y con posterioridad estudió derecho en la Universidad de Valladolid, si bien, nunca llegó a ejercer en el mundo del derecho. Dada la situación acomodada de su familia, se dedicó a administrar su patrimonio y a los estudios de ciencias naturales, botánica, geología y prehistoria, siendo mundialmente conocido por haber sido el descubridor oficial de las cuevas de Altamira en Santillana del Mar.
En 1.859 recibió su primer premio en la Exposición de Agricultura, Ganadería e Industria de Valladolid al dar a conocer diversos productos, tales como capullos de seda, miel, semillas y una importante colección de moluscos.
Cuatro años después plantó en la finca de Puente San Miguel el primer eucalipto del que se tiene conocimiento en Cantabria publicando en 1.866 un informe con explicaciones sobre la aclimatación del característico árbol australiano en la entonces provincia de Santander.
Fue miembro muy destacado de la pudiente sociedad comercial y cultural de la época santanderina tratando de potenciar en todo momento el desarrollo económico y cultural de la provincia. Así, fue impulsor de diversas exposiciones agrícolas e industriales y desempeñó cargos en la Junta Provincial del Censo, en la Liga de Contribuyentes de la que fue vicepresidente, fue además directivo de la Comisión de Alamedas y Paseos, secretario de la Junta del Puerto de Santander, diputado provincial y miembro de la Real Sociedad Económica Cántabra. Incluso, fue el creador del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santander, que aún existe a día de hoy con sede en la Plaza Numancia de Santander.
Tras su viaje a la Exposición Universal de París de 1.878 se acrecentó en Sanz de Sautuola la que finalmente fue su mayor pasión, la prehistoria, dedicándose en sus ratos de ocio a la exploración de cuevas cercanas a sus residencias.
A pesar de las distintas versiones que existen sobre el descubrimiento de las pinturas de la cueva de Altamira, parece que fue entre 1.868 y 1.872 cuando Modesto Cubillas, trabajador de Sanz de Sautuola, descubrió la cueva. Y fue en 1.879, cuando Sanz de Sautuola en una de sus visitas a Altamira y gracias a su hija de ocho años y medio, María Justina, descubrió las pinturas de animales en el techo de la cueva. El propio Sanz de Sautuola reconoció en sus diversos escritos e informes sobre la cueva de Altamira, que el descubrimiento de las pinturas lo realizó su hija, quien exclamó asombrada al ver los dibujos en el techo de la cueva: “¡Papá, mira, bueyes pintados!”
Tras el hallazgo de las pinturas, fue tal la concurrencia de curiosos que acudían a visitar la cueva, que el propio Sanz de Sautuola colocó una puerta en la entrada de la cueva para impedir el acceso y que las pinturas pudieran deteriorarse.
Pese a que en la actualidad las pinturas de la cueva de Altamira están consideradas las más importantes del arte paleolítico del mundo, durante los primeros años desde su descubrimiento esas pinturas fueron consideradas un fraude, al entender los expertos de la época en prehistoria que las pinturas eran recientes y no eran por tanto arte prehistórico.
En la actualidad, la tecnología ha permitido confirmar que las pinturas fueron pintadas hace entre 11.000 y 19.000 años.
Bibliografía:
.- Real Academia de la Historia
.- Fundación Marcelino Botín
.- Wikipedia