Nuestro personaje en cuestión nace el 23 de enero del 1898 en Sopeña (Cantabria), perteneciendo a una humilde familia campesina. Manuel pasa la mayor parte de su infancia sumergido en el ambiente rural de su pueblo natal. En Sopeña no había una escuela pública por lo que él aprendió las primeras letras por su cuenta, sorprendiéndonos ya en su infancia con sus dotes. El pequeño Manuel también ejerció de ayudante de pastor a lo largo de toda su infancia. Un inciso, es curioso que dos grandes poetas que vivieron en la misma época como Manuel Llano y Miguel Hernández, aprendieran por si mismos a leer y a escribir y ambos fueran pastores en su infancia.
Más tarde sus padres se mudarían a Santander, donde el padre de Manuel, que era ciego, abrió un quiosco de lotería y prensa. El niño se quedaría en el pueblo cuidado por sus abuelos.
Una vez Manuel alcanza su adolescencia se traslada también a la gran ciudad. Debido a la minusvalía de su padre que ya hemos comentado, Llano ejerció de lazarillo en múltiples ocasiones y hará referencia a este hecho más adelante en sus estampas literarias.
En el 1910, es decir a la temprana edad de los 12 años, Manuel ingresa en el instituto de segunda enseñanza de Santander, pero no finalizará estos estudios. Él tampoco terminará los estudios de Magisterio y Náutica, en los que se había matriculado posteriormente a esto. A sus 18 años empezó a trabajar en Laredo con el puesto de mozo de botica. Un año más tarde de esto, en el 17, a sus 19 años ya aparecería su primer artículo de prensa en el periódico del “El Progreso de Cabezón de la Sal”. Más tarde sacaría su título de maestro.
Llano se formaría como lector en las bibliotecas Menéndez Pelayo y allí cultivaría su amistad con los intelectuales del momento, entre ellos, Miguel Artigas y Gerardo Diego.
Ya hablando sobre su carrera como escritor, él daría sus primeros pasos en el oficio de periodista, hizo entregas en el Diario Montañés o La Montaña de la Habana entre otros. En el noviembre del 1928 vería la luz del comienzo de su éxito en cincuenta y nueve entregas de su primera novela, “El sol de los muertos”
Supo impresionar y cautivar de una manera mágica a los lectores con cuentos, novelas e incluso obras de teatro y gracias a su trabajo estable en una imprenta logró impulsar su carrera literaria.
Una vez hablado un poco a fondo sobre su vida, me gustaría comentaros que en el 29 de junio del 79 el alcalde de Torrelavega de aquel año, Juan Ramón Tirado, le dedicó a este hombre una calle en su homenaje por el papel fundamental que desempeñó en la literatura cántabra.
Me gustaría destacar que yo como alcaldesa de Torrelavega no le dedicaría una calle única y exclusivamente por esto, sino también por sus valores personales. Sabemos que Manuel Llano tuvo una humilde actuación durante la Guerra Civil Española, ya que conocemos que realizó una serie de gestiones para liberar de persecuciones y en casos extremos, incluso la muerte a unos cuantos ciudadanos que pidieron su favor. Se oyen relatos en los que hacen referencia a estos hechos, contando como Llano les brindó su total protección, prestándoles su propia cama para dormir. Por esto se debería de conocer a Manuel Llano, y por esto mismo yo María Buján le dedicaría la calle más larga de mi ciudad.
BIBLIOGRAFÍA: