Lucy, el fósil que rescribió la historia de la evolución humana

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Lucy, es el conjunto de fragmentos óseos pertenecientes al esqueleto de un homínido de la especie Australopithecus afarensis; de 3.5 a 3.2 millones de antigüedad, descubierto en noviembre del año 1974 por Donald Johanson, Tom Gray e Yves Coppens.

Dicen que este esqueleto fosilizado pertenecía a una mujer adulta, de 20 años y de un metro de estatura. Nuevos estudios recientes confirman la teoría de que se cayó de un árbol y murió tal y como pensaban sus descubridores. Ella es la primera humana descubierta en la tierra, al principio creían que era un chimpancé porque trepaba por los árboles, sin embargo, más tarde, descubrieron que era una mujer, y la consideraron como el eslabón perdido de la evolución humana. Le pusieron el nombre de Lucy por su descubridor, el estadounidense Donald Johanson, porque en el momento que el equipo de paleontólogos descubrió al esqueleto, estaban escuchando la canción de los Beatles, “Lucy in the sky with diamonds” que trata sobre una alucinación.

¿Por qué es tan especial?, porque su hallazgo nos ha permitido saber con exactitud cómo era una de las especies claves que conectan a los primates con los hombres, Lucy es el esqueleto más antiguo y más famoso del mundo, la abuelita de todos.

 Fue hace 41 años cuando este grupo de paleontólogos descubrieron en Hadar, al noroeste de Etiopía, los restos de fósiles de Lucy. La mayoría de la gente se preguntaba qué es lo que comía esta humana, pues bien, Lucy se alimentaba de productos vegetales y algún que otro animal que mataba si estaba a su alcance.

Los primitivos homínidos como Lucy, utilizaban herramientas para cortar carne y separarla de los huesos desde hace mucho más de dos millones de años. Mucha gente comenta que por qué razón es tan importante esta humana, pues porque para la ciencia evolutiva ha sido un paso más, el descubrimiento de Lucy es trascendental porque representa el paso del mono al hombre y podría ser algo similar al eslabón perdido en el árbol genealógico de la evolución humana completando con nuestros antepasados primates.

Se encontró  primero el hueso del antebrazo y luego se fueron encontrando más, como una mandíbula, una pelvis, restos de costillas y algunas que otras vértebras. Su cráneo, mandíbula y dientes de Lucy eran más como los de un simio que las de otros Australopithecus. El lugar donde estaba encajado el cerebro era muy pequeño, no mayor que el de un chimpancé.

Lucy demuestra que la estructura general de la espina dorsal humana ya existía hace más de tres millones de años. Esta especie de Austrolopithecus tenía el cuerpo y la cara similar a la de un chimpancé. Estas semanas  atrás se han cumplido 40 años del descubrimiento de los restos de Lucy, los más renombrados en la historia de la paleontología.

Aquella joven australopithecus nunca pudo imaginar que el suyo no sería un destino común. Sus restos no desaparecieron en la sabana, sino que se fosilizaron, y tres millones de años después, un descendiente logró esclarecer una de las etapas más fascinantes de nuestro pasado, aquella en que nuestros antecesores se pusieron en pie y empezaron a caminar.

Los restos de Lucy son muy importantes porque indican que caminaba erguida y lo hacía con más facilidad que ningún otro homínido anterior, aunque presentaba una anatomía cuyas características más notorias, como por ejemplo: su cráneo, la gran longitud de los brazos, que nos recuerdan más a un chimpancé que a un humano.  En la actualidad, los restos de Lucy están custodiados en una caja fuerte de máxima seguridad en el Museo Nacional de la capital de Etiopía, de donde apenas han salido para evitar que se estropeen

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