Los hombres que se creen dioses

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Si hay un elemento capaz de transformar a un hombre (no a una mujer) es un titular de periódico. Da igual que sea una esquela (entiéndase que esta es la mayor transformación), pero entiéndase que los hombres al verse en un periódico ahora ya valen para esta tesis los digitales, se transforman en seres con un autoconcepto y una auto complacencia rayana en lo divino. Antes eran los uniformes. Ponías uno a un cartero y había que tratarle de excelencia. Hasta tal punto un uniforma trasladaba al disfrazado a otro espacio y tiempo que aun hoy quedan reminiscencias, y si no fijaros en cuando maestros llevan bata, para imponer así “autoritas”.

Pero el periódico es más perverso, convierte a hombres corrientes como Novak Djokovic de un hombre corriente a un divo con la supuesta capacidad de dar de lado al mundo, sus normas y sus muertos.

Diréis que Novak no es un hombre normal, que es el número 1 del tenis. Y ahí arranca parte de nuestras carencias como especie, visibles en la última pandemia. Un hombre importante es Santiago Corell, que estudia cómo salvar vidas. Antonio Fernández Alba, que crea casas humanas y sostenibles, o Juan Goytisolo, que merodea por la vida lanzándonos trozos para que reflexionemos sobre ella. Un tenista solo es un profesional del negocio del deporte que lo hace bien, o al menos mejor que sus oponentes, que gana millones, que se permite una vida por encima del resto de mortales y en el que se fijan muchos jóvenes, por lo que debería adquirir un compromiso moral en sus actos. Que no es el caso.

Por si alguien lo ha olvidado, hace dos años, este negacionista acomplejado contrajo la covid, en el momento en el no teníamos ni sitio para enterrar a nuestros muertos, porque al muchacho se le ocurrió montar el “Adria Tour”, una serie de exhibiciones por los Balcanes, hechas sin medida de protección alguna y que solían acabar en unos fiestones que ni Paquirrín. Como el muchacho no escarmentó y son famosas sus fiestas en su super mega residencia de Marbella volvió a caer hace 6 meses. Pero ni por esas se vacunó.

Podemos aducir cualquier razón para su comportamiento, pero las vacunas son el único recurso que tenemos para salvar vidas. A mí me leen 4, pero un twet de Novak es leído por casi 80.000 personas y eso en mi barrio se llama influir.

Podemos aducir lo que queramos sobre que ya pasó la enfermedad (y las que la pasará), pero Australia está muy orgullosa de su política de frenar el virus, no de dejarle a sus anchas como en ciertas partes de España y allí exigen vacunación, y él lo sabia y pese a ello pensó “Soy Nole, el namber guan, yo voy donde quiero por pelotas”.

No hacer lo que se nos manda ha provocado en España 1.500 muertos en dos semanas, y eso que ómicron es leve. Y los australianos no están dispuestos a hacer el gilipoyas como nosotros o los ingleses y tienen normas muy estrictas, y él lo sabía. Y pasó del tema, disfruto de la nochevieja en Marbella con su familia y amigos, a lo grande y sin restricciones y ahora se va como un jefe a Melbourne. Y no.

Y puedo entender a su familia exhibiéndose ante la prensa con sus trofeos y defendiéndole. Es lo propio, la sangre tira. Pero la actitud del gobierno serbio llamando al embajador australiano a consultas y hablando de persecución política es de vergüenza ajena, cuando un gobierno debe defender la salud, por encima de todo.

No se como acabará el tema, si en bajada de pantalones o en conflicto internacional, pero al soberbio, chulo y engreído de Nole no le iría mal escuchar a Nadal, no por ser tenista, si no por ser buena persona. Mucha gente en Australia y en muchas partes no ha podido ver a sus familias por las restricciones de la covid, y como dice Rafa, las reglas son para todos, incluso para los que se creen dioses, por salir su nombre impreso en un papel de periódico

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