Las Monarquías absolutas son
aquellas formas de Gobierno en las que un monarca (generalmente, un rey) tiene
en sus manos todos los poderes: la
Jefatura del Estado y las 3 ramas del poder estatal: el
legislativo, el ejecutivo y el judicial.
l rey, zar o emperador, se encarga de
gobernar el país a su antojo, de crear y aprobar las leyes y de implantar
justicia, por lo tanto todos los poderes confluyen en él y no existe ningún
tipo de separación.
En algunos casos puede haber representantes para alguno de estos poderes, pero
siempre están sometidos a la voluntad del monarca, pues una frase muy
característica de este gobierno reza: “la voluntad del rey es ley”.
Esta forma de Gobierno tiene su origen a finales del siglo XVI,
fundamentalmente en el continente europeo.
En cuanto a las causas de su aparición, podemos decir que fue el propio pueblo
quien necesitaba un gobierno fuerte, firme y autoritario frente a la terrible
crisis económica que tuvo lugar en este período. Fue así como empezó a nacer el
absolutismo, que se considera la evolución de las monarquías autoritarias de
principios de la
Edad Moderna.
Además de esta causa popular, hubo algunas otras que favorecieron
la imposición plena de un monarca absoluto en diversos países:
• Por una parte estaba presente en este período la gran separación de la Iglesia que había iniciado
el protestante Martín Lutero. En las calles había gran incertidumbre sobre la
situación religiosa del momento y sólo una figura autoritaria podría devolver
la paz y la unidad a tantos años de guerras y enfrentamientos ocasionados por
la religión.
• También tuvieron un papel importante los descubrimientos y las rivalidades
que había entre las diferentes monarquías europeas por hacerse con el
territorio y con el poder económico sobre las demás. Fueron las clases
privilegiadas, principalmente los nobles, quienes creyeron necesario a un rey
que asegurara el patrimonio del Estado y mantuviera controlada la situación
política a nivel interno y externo.
Además de la centralización del poder hay otras características que rigen el
absolutismo:
– Una hacienda, que se encarga de recaudar los impuestos. Por supuesto la
nobleza y el clero estaban exentos de estos pagos.
– Un grupo de mercenarios, es decir, guerreros pagados al servicio del monarca
que defienden su voluntad y el Estado.
– En cuanto a la Iglesia,
el monarca absoluto siempre está por encima de ella y sus súbditos deben
profesar la religión que él haya elegido.
Para defender el derecho al poder, el monarca absoluto afirmaba en muchos casos
que dicho poder supremo procedía del mismo Dios y que por lo tanto, tenía
derecho a ejercerlo y los súbditos deberían acatarlo sin ninguna excepción
(teoría de pensamiento de Bossuet).
El rey no debería consultar a nadie para tomar ninguna decisión ni siquiera con
la nobleza, el clero, el Parlamento o las Cortes Generales.
Ninguna ley limitaba los poderes del monarca absoluto, exceptuando unas simples
normas como que esa condición pasaba de padres a hijos y que a la muerte del
monarca, sólo tenía derecho a heredar el trono y todos los cargos, el hijo
varón primogénito (la llamada Ley Sálica).
Hasta el momento de la llegada
del absolutismo, los nobles eran quienes ostentaban gran parte del poder en la
sombra y se encontraban en el escalafón más alto de la sociedad con los
suficientes recursos económicos como para subsistir por ellos mismos.
Sin embargo, cuando los monarcas absolutos comenzaron a controlar todas las
rentas procedentes del cobro de impuestos, la nobleza empezó a depender
completamente de la Corona,
que repartía los beneficios a su voluntad y según algunos pensadores, en cierto
modo benefició a la burguesía.
Tanto la afirmación anteriormente mencionada de que el poder del rey está
legitimado por Dios como la diferente posición de la nobleza respecto a etapas
anteriores, son las principales diferencias que se pueden encontrar entre una
monarquía absoluta y una monarquía autoritaria.
Podemos decir que la monarquía absoluta va un paso más allá de la autoritaria y
el monarca se impone completamente ante cualquier estamento o figura de la
sociedad.
Anteriormente a la época del absolutismo, ya había pensadores que manifestaban
sus ideas en torno al derecho del rey de ejercer su poder completo.
El más claro ejemplo se encuentra en el filósofo italiano Nicolás Maquiavelo, a
quien se le atribuye la frase de “El fin justifica los medios”, lo que quiere
decir que puedes seguir cualquier camino o emplear cualquier medio del que
dispongas para conseguir tu objetivo. Esta frase precisamente la utilizó en el
aspecto de que los reyes deberían someter a su voluntad a sus súbditos por el
método que fuera, sin importar el uso de la violencia.
Los monarcas absolutos por supuesto tenían la capacidad de nombrar y cesar a
los diversos funcionarios del Estado y así fue como surgió la figura del
Intendente. El Intendente era un cargo administrativo que se encargaba de
dirigir un determinado territorio o Intendencia. Su significado ha estado
ligado siempre al absolutismo como persona de confianza del rey y sometida
plenamente a su mandato.
Como una de las figuras más representativas de monarca absoluto cabe destacar a
Luis XIV de Francia, de quien se recuerda la célebre frase de: “El Estado, soy
yo”. Él fue uno de los mayores exponentes de la concentración de poderes de
todo el continente y el monarca que mayor período ha estado reinando hasta el
momento: un total de 72 años, concretamente desde la muerte de su padre Luis
XIII, cuando él contaba con 5 años de edad, hasta su propia muerte en 1715, a la edad de 77 años.
Luis XIV fue el iniciador de la monarquía absoluta en Francia y desde el primer
momento tomó las riendas del país para gobernar totalmente según su propio
criterio.
Este monarca reorganizó completamente el sistema económico en Francia, venció
en numerosos conflictos bélicos y convirtió su país en la primera fuerza
cultural en Europa. Él llegó a extender su poder por encima de la propia
Iglesia, refiriéndose a sí mismo como “lugarteniente de Dios”.
Luis XIV además de por ser responsable, metódico y organizado en su reinado,
también es recordado en lo personal por su carácter egocéntrico y narcisista.
Tras su muerte, muchos consideran que murió para siempre el absolutismo en
Francia.
En el caso de España, los monarcas adquieren mucho más poder desde la llegada
al trono de los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla.
En gran medida, esto se debe a los descubrimientos que se llevaron a cabo en
América, a todos los metales preciosos que se importaron y también a las
uniones político-matrimoniales que Fernando propició con sus hijos y que
permitieron la expansión de la Corona Hispánica por gran parte del continente
europeo.
La supremacía de España en Europa, se mantendría más tarde gracias al reinado
de Carlos I, que también se convertiría en emperador de Alemania; a su hijo,
Felipe II y también en cierta parte gracias al hijo de éste, Felipe III.
Con la llegada al trono de Felipe IV, siempre acompañado de su poderoso valido,
el Conde Duque de Olivares el poder de la monarquía en España comenzó a
resentirse.
Tras la Guerra
de los 30 años España perdió definitivamente su hegemonía en el continente. El
reinado de la casa de los Austrias terminaría con la muerte de Carlos II.
Posteriormente, pasaría a reinar en España la dinastía de los Borbones (a la
cual pertenecía Luis XIV) y que se mantiene hasta la actualidad.
El absolutismo no se volvería a recuperar en España hasta la llegada de
Fernando VII de Borbón (s. XIX) quien recuperó las antiguas Instituciones de
siglos anteriores tales como la
Inquisición y en definitiva, retornó a las costumbres del
Antiguo Régimen, algo que beneficiaba a los nobles y al clero.
Otra de sus más famosas decisiones fue la derogación de la Ley Sálica, aprobando la Pragmática Sanción
por la cual su hija podría heredar el trono.
Tras su muerte, un largo período de guerras se iniciaría entre los carlistas
(partidarios de Carlos, el hermano de Fernando) y los liberales (partidarios de
Isabel, hija de Fernando) por el ascenso al poder.
Actualmente tan sólo se
mantienen vigentes cuatro monarquías absolutas: en Omán, Arabia Saudí, Brunei y
Suazilandia. Podíamos incluir a la ciudad-estado del Vaticano, que se considera
un Estado teocrático regido siempre por el Papa.
En contraposición con el absolutismo, el tipo de monarquía predominante en la
actualidad es la monarquía constitucional y la monarquía parlamentaria.
En el primer caso, el rey es el Jefe del Estado. Su poder está limitado por una
ley suprema llamada Constitución. El rey tiene además la capacidad de tomar
partido en las decisiones del Gobierno (elegido democráticamente) y de formar y
disolver el Parlamento.
Esta monarquía está presente en el Reino Unido bajo el mandato de Isabel II.
Por el contrario, en la monarquía parlamentaria, el rey, aunque siendo Jefe de
Estado, ocupa una posición simbólica ya que no ejerce una soberanía y las
decisiones ejecutivas son siempre tomadas por el Gobierno Central, por lo cual
es habitual la frase de “El rey reina pero no gobierna”.
Este tipo de monarquía es la que rige en España, al frente de la cual se
encuentra Juan Carlos I de Borbón.
A pesar de que la toma de decisiones se ve muy limitada en este tipo de
monarquía, los reyes siguen gozando de diversos privilegios, como el
mantenimiento económico de la familia real o algunas funciones como la llamada
Sanción Real, mediante la cual el rey puede mandar corregir una ley tantas
veces como desee después de haber sido aprobada en las Cortes.
Las cuestiones que se plantean son de diversa índole: ¿está bien que los reyes
tengan absolutamente todo el poder o deberíamos limitar el poder de los
monarcas a una figura meramente simbólica? ¿Los reyes deberían tomar las
decisiones conjuntamente con los órganos de Gobierno y copresidir entre ambos
el Estado? Finalmente la pregunta clave sería ¿está bien que una persona
simplemente por pertenecer a una determinada familia real adquiera la Jefatura de un Estado en
muchas ocasiones sin estar preparada para ello?
A lo largo de la historia, muchas personas se han postulado en contra de las
monarquías y a favor de la república, donde el Presidente del Gobierno es
también Jefe de Estado (como en el caso de Francia). También argumentan que las
familias reales se mantienen en parte gracias a nuestros impuestos, de los que
ellos mismos están exentos, mientras que a otros les gustaría que la Jefatura del Estado la
ostentara alguien elegido por el pueblo.
Sin embargo, en el propio caso de España, los 2 únicos intentos de República
han fracasado estrepitosamente
Como conclusión, hay que decir que la situación de los reyes en las monarquías
parlamentaria y constitucional, está mucho más controlada que en el absolutismo
y el pueblo no está sometido a lo que dicta el monarca.
Ya no rige en el Gobierno la frase de “todo para el pueblo, pero sin el
pueblo”, si no que los ciudadanos tienen la responsabilidad de elegir a sus
gobernantes.