La reina Nefertiti

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Sara García Moncó –

Nefertiti era la esposa real de Aakenaton, con quien tuvo dos hijas: Meritaton y Meketaton

Nefertiti significa la bella ha venido. Ella se caracterizaba por ser muy bella y una gran reina

En el año 5 de su reinado, el faraón Amenatop  IV y su bella esposa Nefertiti, la gran esposa real, emprendieron un largo viaje desde la capital del país, Tebas, situada en el alto Egipto. A bordo de las barcazas reales, el monarca y su corte descendieron por el río Nilo, a lo largo de unos 225 kilómetros, hasta llegar a la actual localidad de Tell el-Amarna, conocida también con el nombre de Amarna. Desde allí vieron cómo la cordillera arábiga dibujaba el signo jeroglífico del horizonte. El faraón interpretó esa visión como un mensaje divino: «Fue mi padre Atón quien me aconsejó este lugar para que hiciera para él el Horizonte del Sol».

En efecto, aquel debía ser el emplazamiento de una nueva ciudad fundada por el rey en honor de su nuevo dios, Atón, el disco solar, y le dio el nombre de Akhetatón, es decir, el Horizonte de Atón. El faraón puso especial empeño en destacar el papel de su esposa en la fundación de Amarna. Es así como dedica a la Gran Esposa Real una Sombra de Re –nombre que se daba a capillas para el culto solar dotadas de talleres, tierras y siervos–, y menciona el palacio donde vivirá la reina y la tumba real donde será enterrada. Además, en otro texto reconoce de forma indirecta que Nefertiti era su consejera habitual y participaba en sus decisiones. A lo largo de tres años, el trabajo de construcción de Amarna en la llanura desértica debió de ser tan febril como efectivo. Planificar y levantar templos, palacios y edificios oficiales en tan poco tiempo suponía una obra gigantesca, y exigía una organización perfecta para los trabajos de excavación, el transporte de las piedras y la fabricación y obtención de otros materiales, así como una mano de obra extensa, experta y rápida. Gracias a ello, en el año 8 de su reinado Akhenatón y Nefertiti formalizaron el traslado de su corte a la nueva capital.

A partir de entonces, los soberanos, y sobre todo la reina, se convirtieron en los grandes protagonistas de la vida de Amarna.  Audiencias en palacio, procesiones públicas y celebraciones religiosas jalonaban el calendario de la capital, según quedó representado en la decoración de numerosas tumbas de nobles egipcios que se conservan en las montañas que rodean la ciudad. En estos actos públicos tenía especial importancia la Calzada Real, una gran vía procesional que cruzaba la ciudad de norte a sur, flanqueada por los templos y los edificios oficiales. El paso de los carros reales a lo largo de esta avenida asombraría al pueblo con escenas inéditas: unas veces los reyes se besaban en público, mientras que en otras ocasiones era Nefertiti la que conducía su propio carro, algo nunca visto en otras reinas.

Nefertiti se revistió de títulos que reflejan el excepcional relieve de su figura. Por ejemplo, en los jeroglíficos de una columna del Gran Palacio se le adjudica el título de Señora de las Dos Tierras, sin que esté precedido por el de Gran Esposa Real, lo que la convierte en la única reina egipcia que se declaró Señora de Egipto sin apoyo de su esposo. Por otro lado, en un relieve de la cabina del barco de la reina, ésta adopta la postura faraónica de aplastar la cabeza de una prisionera con la maza ritual, otra escena típica de las representaciones de los faraones egipcios.

Otras imágenes de Amarna permiten atisbar la intensa vida familiar de Akhenatón y Nefertiti, que mostraban sin tapujos su cariño por sus hijas. Las estelas con estas tiernas escenas, conservadas en El Cairo y Berlín, son un soplo de aire fresco en la rígida iconografía faraónica. Lo mismo ocurre con la pintura encontrada por Flinders Petrie en las habitaciones privadas de la Casa del Rey de Amarna, considerada la oficina del faraón. La delicadeza y serenidad de la escena pone de relieve el cariño de una familia que goza de su intimidad.

La residencia real en Amarna se localizaba en el palacio de la Ribera Norte, límite norte del enclave. En el resto de la planicie se extendía una ciudad abierta a todos los pueblos, a todas las razas y a todas las clases sociales: prósperos comerciantes y artesanos, gentes modestas que se hacinaban en los huecos dejados entre las grandes casas de la élite, o extranjeros que se asimilaron a la cultura egipcia como súbditos del faraón. Por sus populosas calles circulaban los príncipes de los pueblos vasallos que acudían a Egipto a educarse y los séquitos de los embajadores extranjeros que traían alguna misiva de sus reyes; cada cual con su propio atuendo, formando una población variopinta llena de color. En el año 12 del reinado de Akhenatón se celebró un gran festival para la recepción de tributos, seguramente para conmemorar una victoria sobre Nubia. Conocemos los detalles gracias a que fue representado, con la solemnidad y viveza propias del arte de Amarna, en la decoración de las tumbas de dos nobles: Huya y Meryre II. Poco después murió Meketatón, la segunda hija de los reyes. Fue enterrada en una sala de la tumba real de Amarna, donde se muestra el desconsuelo de sus padres y hermanas. Ésa es también una de las últimas apariciones de la reina en los textos de la época.

A partir del año 14 se pierde el rastro de Nefertiti. Tal vez murió en los primeros años del reinado de Tutankhatón, cuando éste ya había cambiado su nombre por el de Tutankhamón y había abandonado Amarna y, con ello, la religión atoniana que Nefertiti y su esposo habían intentado hacer triunfar.

Nefertiti pasó de la fama al olvido. Pero uno de los restos arqueológicos mas famoso es el busto de Nefertiti. Descubierto en Amarna en 1912 , se encuentra en el museo Egipto del Cairo en Egipto . No se ha encontrado su momia pero se ha encontrado una denominada la dama joven a la que se la están haciendo pruebas de ADN que se cree que es la momia de Nefertiti . Si lo fuera esto seria uno de los mayores descubrimientos arqueológicos hasta la fecha.

Imagen National Geographic

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