La Guerra de Independencia de los Estados Unidos fue un enfrentamiento armado entre las trece colonias que poseía Gran Bretaña en América del Norte por un lado y el Reino de Gran Bretaña por el otro. Tuvo lugar entre los años 1775 y 1783, finalizando con la derrota de los británicos y la firma del Tratado de París.
Dentro de las Trece Colonias británicas en Norte América existían deseos de independencia: tras el triunfo británico en la Guerra de los Siete Años, el gobierno británico decidió imponer a los colonos nuevas tasas e impuestos directos para sufragar los gastos de la guerra pasada. Los colonos, al no tener representante en el Parlamento británico, no pudieron rechazar la medida, por lo que en 1767 manifestaron el desacuerdo con una serie de motines, como el Motín del Té de Boston. Esta última fue la primera acción contra los impuestos, que intranquilizó a los británicos. Los británicos tomaron medidas de castigo contra los colonos, acción que unió más a las colonias, celebrando el Primer Congreso Continental en Filadelfia, decretando un boicot total al comercio inglés.
Toda la tensión que existía entre las colonias e Inglaterra culminó haciendo saltar la chispa el 18 de abril 1775, con el Incidente de Lexington, cuando soldado británicos viajaban de Boston a Concord, para requisar munición a los colonos, dispararon a un grupo de milicianos.
Tras este incidente, el gobierno británico se vio obligado a enviar a Boston más soldados. Los colonos ya habían reclutado un ejército popular. En Mayo, los soldados británicos casi fueron desalojados a la fuerza de Boston por el ejército colono, que contaba ya con más de 10.000 personas. Los primeros, a partir de este suceso, pidieron refuerzos, enviando a 6000 soldados más. Mientras tanto, en Filadelfia se celebraba el Segundo Congreso Continental, con representantes de las Trece Colonias, que funcionaba como gobierno provisional. Allí nombraron a George Washington general del ejército rebelde. Los conflictos en Boston (o Asedio de Boston) continuaron hasta marzo de 1776, cuando el ejército británico se vio obligado a retirarse al mar.
El 4 de julio de 1776, el Congreso firma la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América, redactada por Thomas Jefferson. El conflicto continuó en forma de batallas hasta 1777, cuando británicos se rindieron tras la Batalla de Saratoga, que se considera la batalla decisiva de la guerra.
El nuevo gobierno atrajo la ayuda de otras naciones. Una de las primeras en hacerlo fue España, que poseía colonias al sur de las colonias inglesas. También atrajo a Francia, que tras la Batalla de Saratoga, envió barcos con armamento. Francia pasó a formar parte de la guerra en 1778, mientras que España envía ayuda en forma de dinero y armamento. Un año más tarde, España declara la guerra a Inglaterra.
Sus territorios se vieron amenazados, por lo que Inglaterra tuvo que desviar tropas hacia Europa. Con esta acción, Holanda aprovecha para tomar parte en la guerra.
Final de la guerra.
Las tropas colonas avanzaron hasta que el ejército británico quedó reducido a Virginia dónde, en 1781, el ejército colono, unido a las tropas francesas, siendo en total 16.000 soldados dirigidos por el general Washington, asedió en Yorktown a un, claramente, escaso ejército británico formado por 8.000 soldados, viéndose obligados a rendirse. Esto obligó a Gran Bretaña a pedir la paz.
En el 3 de septiembre de 1783, se firma el Tratado de París, en el que Inglaterra reconoce la independencia de las Trece Colonias, que se pasarían a llamar Estados Unidos de América y les concede territorios entre los Montes Apalaches y el rio Mississipi. Además, España recupera el territorio de Florida.
A partir de aquí, Estados Unidos siguió en sus pasos de convertirse en una nación, que culmina en 1786 con la firma de su Constitución, siendo la ley suprema del país desde aquel momento hasta la actualidad.