Geocaching

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¿Te gusta jugar al escondite? ¿Te gusta la tecnología? ¿Eres un amante de la naturaleza y un apasionado de la aventura? Pues, aunque no lo sepas eres un geocacher. Imagínate que alguien te dice: “Monumento a Colón, finca de Valcuevo (Salamanca). Coordenadas: 41° 03,187 N, 5° 44,098 W Dificultad baja (nivel 2). Indicado para hacer en bicicleta de montaña. Pues lo que te están dando es la descripción del escondite de un tesoro. Lo único que tienes que hacer es introducir las coordenadas en un terminal GPS portátil e ir en su búsqueda. Pues esto es básicamente el geocaching, un deporte con seguidores en todo el mundo y que cada vez tiene más adeptos en España. Vamos, un deporte de aventura donde los participantes, conocidos como geocachers, usan sus habilidades e intuición para esconder y buscar “caches”, (tesoros) por todo el mundo.

La finalidad es pasar buenos momentos descubriendo lugares y compartiendo experiencias con el resto de la comunidad. Para practicarlo sólo hacen falta ganas de aventura, un receptor GPS portátil y acceso a internet para poder recolectar la información de la página web, el principal medio de comunicación entre los geocachers. Saber usar un GPS es esencial para poder buscar los tesoros. Los geocacher más avezados aconsejan usar el NAVSTAR-GPS, ‘un sistema de ubicación espacial en base a la utilización de satélites. También son útiles programas como CompeGPS Land u OziExplorer, que permiten geo referenciar los mapas convencionales y convertirlos en mapas digitales’

Las reglas son muy sencillas: Busca un ‘cache’, coge algo, deja algo y firma en el libro de visitas. Claro que estas son las reglas básicas; hay otras que se van reinventando a medida que el geocaching evoluciona. Por ejemplo, ahora no se admitiría un ‘cache’ que haya sido escondido en vacaciones, a no ser que hubiese alguna persona local que se responsabilizase de su mantenimiento’. En principio, el geocaching parece demasiado sencillo: basta con teclear las coordenadas y seguir las instrucciones del GPS. Sin embargo, no es así; en ocasiones, entre el geocacher y el tesoro sólo hay una distancia de varios metros, pero quizá les separe una pared de piedra, un río o un barranco. Y es justo ahí donde reside la magia del geocaching, en la posibilidad de practicar diferentes deportes en cada búsqueda. Además, como presenta varios niveles de dificultad, es una actividad apta para todas las edades. Todos los ‘caches’ indican dos clases de dificultad con estrellas del 1 al 5. Una se refiere al terreno y la otra a la dificultad total del ‘cache’. Los últimos 20 metros son los más complicados, ya que los receptores GPS tienen un margen de error que oscila entre 1 y 20 metros, dependiendo de las condiciones de la señal de los satélites. De todas maneras, los geocacher, que no son tan malos, tienen un apartado en la web de pistas adicionales para quien las quiera leer.

Para encontrar el origen de esta nueva versión de la búsqueda del tesoro sólo hay que remontarse al de mayo de 2000, cuando la Administración Clintonretiró oficialmente la disponibilidad selectiva de los satélites del Sistema de Posicionamiento Global (GPS, en sus siglas en inglés), lo que hizo que la exactitud de estos mejorara considerablemente.

Sólo dos días después, una persona escondió un recipiente con varios objetos en las afueras de Portland, Oregón. Mike Teague fue el primero en encontrarlo y creo su propia web para documentar la localización de tesoros. A los dos meses, Jeremy Irish visitó la web de Teague y, tras encontrar su primer tesoro a las afueras de Seattle, Washington, le propuso crear un nuevo web site bajo el nombre de geocaching. Desde entonces, se han registrado tesoros en más de 200 países; los primeros en el ranking son EE 00, Canadá y Alemania.

Se pueden esconder ‘caches’ en prácticamente cualquier sitio. En España los hay en cuevas, búnkers de la guerra civil, cimas de montañas… e, incluso, en cuevas submarinas.

El único límite que tiene un geocacher para esconder su tesoro es la ley y el respeto al medio ambiente. Una vez elegida la localización del ‘cache’, es importante preparar el recipiente donde se va a depositar. Es esencial marcarlo, de tal manera que si alguien lo encuentra por casualidad se dé cuenta de que se trata de un juego. Además, hay que asegurarse de que estará protegido del frío o la lluvia. Luego, sólo hace falta incluir una libreta y un bolígrafo, para que todos los buscadores que den con él puedan dejar su firma en el libro de visitas. Con respecto a qué poner en el interior del recipiente no hay límite, el gasto medio que suele hacerse en los tesoros es de 10 euros, pero cada cual es libre de guardar lo que quiera. El último paso es registrar el ‘cache’ en la web y esperar a que lo descubran.

Entre los objetos que puede albergar un tesoro destacan los ‘travel bugs’ o ‘bichos viajeros’. Se trata de trotamundos que van siendo transportados por los geocachers de tesoro en tesoro, y cuyo rastro se puede seguir a través de la web. El encargado de decidir el futuro del ‘bicho viajero’ es el propietario, que decide que puede o no puede hacer. Por las manos de Arístegui, líder nacional de los geocacher patrios, por ejemplo, pasó uno que ‘tenía que viajar por todo el mundo recolectando chapas de cerveza autóctonas de los países por donde había pasado’. Pero la imaginación de los geocachers va más allá y, aunque la versión tradicional del juego consiste en dar las coordenadas exactas del escondite, el geocaching cada vez presenta más alternativas como los escondites virtuales -en este caso no hay ningún tesoro escondido, la recompensa es el mero hecho de haber encontrado el lugar- o los escondites de deducción –las coordenadas señalan un monumento o edificio cercano al tesoro; desde ahí, el geocacher tendrá que seguir una serie de pistas para poder encontrar el tesoro.

Todas las búsquedas se desarrollan bajo un mismo lema: tesoros sí, basura no, ya que el respeto al medio ambiente es un pilar esencial del geocaching. Y como telón de fondo están los geomuggles, personas ajenas a este deporte que se cruzan con los geocachers durante la búsqueda. Suelen reaccionar con curiosidad y miran asombrados cómo unos individuos se dedican a levantar piedras del suelo con un aparato en la mano. Normalmente no interfieren en la búsqueda, aunque Arístegui recuerda que en Estados Unidos ‘ha habido avisos de bombas realizados por geomuggles que habían malinterpretado a algún geocacher’. De ahí la importancia de marcar bien los tesoros y dejar claro que se trata de un juego. Astucia, ingenio y aventura son los ingredientes esenciales para esta búsqueda de tesoros del siglo XXI, donde la tecnología se pone, más que nunca, al servicio del ocio.

El material del geocacher

ENVASE DE PLÁSTICO.

Es el recipiente más adecuado para esconder un tesoro y poder protegerlo del calor y de la lluvia. Tiene que estar claramente marcado, para que si alguien lo encuentra sepa que se trata de un juego.

GPSMAP 60CS.

Garmin ofrece un GPS portátil que destaca por su pantalla TFT a color, con una inmejorable visión incluso al sol. Además, tiene una autonomía de hasta 30 horas.

LIBRETA.

Es un elemento imprescindible, en cualquier tesoro, para que los geocachers’ que lo encuentren puedan firmar en el libro de visitas y dejar constancia de sus experiencias.

LÁPIZ. Para firmar en el libro de visitas. Es preferible no deja bolígrafos, ya que la tinta puede estropearse con el frío.

TESORO.

Lo habitual es dejar dos o tres regalos, y cualquier cosa es válida: desde un cochecito de juguete hasta las llaves de un deportivo.

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