El senado español en el siglo XIX

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@ María Fernández .

El Parlamento en España, llamado Cortes Generales está formado por El Congreso de los Diputados y por el Senado, que representan al pueblo español. Al Congreso se le denomina Cámara Alta y al Senado Cámara Baja. La función actual del Senado es participar en la elaboración de las leyes, aprobar los presupuestos y controlar al Gobierno.

Sin embargo el Parlamento español no siempre ha sido así. A lo largo del siglo XIX ha tenido importantes cambios que han afectado a ambas Cámaras, pero únicamente se va a analizar el Senado, cuyas funciones y composición a lo largo del siglo XIX ha dependido de lo que recogían las diferentes Constituciones que se hicieron en estos años.

Las primera Constitución de Cádiz en 1812 reconoció el derecho a voto de los hombres, estableció la soberanía nacional y un parlamento con una sola cámara, el Congreso, y no había Senado. Estas Cortes estuvieron vigentes hasta 1814, año en que Fernando VII, el rey de esta época, restableció la monarquía absoluta, y renacieron de 1820 a 1823, en el llamado trienio constitucional.

Esta Constitución duró muy poco y se restableció en 1834 mediante el Estatuto Real, una especie de Constitución que volvía a nombrar a las Cortes como representantes de la soberanía nacional. Por primera vez aparecían divididas en dos cámaras: el Estamento de Próceres y el Estamento de

Procuradores. El Estamento de Próceres sería el primer Senado Español.

El Estamento de los Próceres tenía función legislativa, junto con el Estamento de  Procuradores, pero el primero teniendo en cuenta los intereses morales de la sociedad.

Los Próceres estaban formados por la nobleza, el alto clero y las “nuevas aristocracias”.

A pesar de sus limitaciones este Estatuto permitió en la práctica que se desarrollase la vida parlamentaria. Estuvo vigente tan solo dos años.

Bajo el reinado de Isabel II, las Cortes fueron convocadas con el propósito de restablecer la Constitución de 1812, y ante la dificultad práctica de este objetivo, aprobaron un nuevo texto, la Constitución de 1837, denominada progresista, más reducida y simple.

Según esta Constitución, las Cortes se componían de dos cámaras, la Cámara Alta  que por primera vez se denomina el Senado y la cámara baja, el Congreso de los Diputados. Estos nombres se mantendrán en todas las Constituciones del siglo XIX.

Las dos Cámaras tenían la función de legislar, junto con el Rey, que también conservaba el poder ejecutivo y ambas debían aprobar anualmente el presupuesto de gastos del Estado. El Senado se encargaba de revisar las leyes que hacía el Congreso.

Los senadores eran nombrados por el Rey y también al Presidente y Vicepresidente del Senado.

En 1844 se convocaron nuevas elecciones a Cortes con la misión de reformar algunos puntos de la Constitución de 1837. Al final se decidió hacer una nueva, la Constitución de 1845, muy moderada.

En ella se eliminó toda referencia a la idea de soberanía nacional y el poder aparecía compartido entre la Corona y las Cortes, se suprimió algún derecho, se organizó un Senado más conservador y dependiente en su composición de lo que el Rey decidiera.

Las Cortes mantuvieron su función de hacer las leyes y los presupuestos y el Rey mantuvo casi todo el poder de ejecutivo.

En 1854, llegó al poder un partido progresista y elaboraron una nueva Constitución parecida a la de 1837, pero que no llegó a salir y se restableció la Constitución de 1845.

En 1857, se cambiaron algunos artículos de esta Constitución que afectaron al Senado. Los senadores dejaron de ser solo de nombramiento real y  pasaron a ser de dos clases: senadores natos y de designación.

En las décadas posteriores hubo mucha inestabilidad en los gobiernos y enfrentamientos entre los partidos políticos. Esto llevó a que el ejército se pusiera en contra del gobierno en septiembre de 1868, se quedó con el poder y se eliminó todo el régimen constitucional existente, y así empezó una revolución política y social.

En ese momento estaba en el poder la Reina Isabel II, que tuvo que salir del país y se formó un gobierno provisional que convocó de elecciones para elegir las Cortes.

El texto resultante, la Constitución de 1869, fue progresista y democrático.

Se recuperó la idea de la soberanía nacional y se mantuvieron las Cortes con dos cámaras. También se reconocía a los dos el derecho de censurar a todo el Gobierno o a ministros.

Una de las primeras decisiones que debió afrontar el nuevo régimen fue la elección de un nuevo rey y en 1870 eligió a Amadeo de Saboya.

Pero seguía habiendo muchos enfrentamientos políticos y el Rey se vio forzado a renunciar en 1873, así que las Cortes instauraron la República.

Se hizo un nuevo proyecto de Constitución, pero seguía habiendo un gobierno inestable, con cuatro presidentes en menos de un año y acabó con un golpe militar a comienzos de 1874, se eliminó la República y se volvió a la monarquía, proclamando nuevo Rey a Alfonso XII.

Empezó una etapa conservadora dirigida por el político Cánovas del Castillo, se convocaron las Cortes y se aprobó la Constitución de 1876.

Consistió en un texto breve, conservador, en el que se volvía al poder entre el Rey y la Nación, se mantuvieron unos derechos, pero fue más restringida que en la Constitución de 1869.

El Senado volvió a tener un perfil aristocrático.

Esta Constitución de 1876, y por tanto las Cortes formadas por Congreso y Senado, estuvieron vigentes hasta 1923, año en que se instauró la Dictadura del General Primo de Rivera.

En conclusión, el Senado decimonónico tuvo una composición diversa según las Constituciones vigentes. En general, los senadores no podían ser designados por elección, casi siempre era elegido por el Rey entre ciertas clases sociales.

Sus funciones eran hacer la leyes, controlar al Congreso y hacer presupuestos, casi siempre con el mismo poder que el Congreso, excepto en las leyes económicas en las que prevalecía lo que el Congreso decidiese.

Imagen España Exterior

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