Hace tiempo mi padre me hablo admirado de un hombre que había rechazado un premio muy importante por haber resuelto un problema matemático. Me lo enseñó como un ejemplo a seguir. Me olvidé de aquel hombre hasta que hace poco un profesor me habló de él, también admirado, ninguno de los dos me le presentó como si fuese un chiflado ni nada parecido.
Pero cuando me puse a investigar sobre él encontré algo más que simple admiración, he visto descripciones sobre él como un tipo andrajoso, que si las uñas como garras y la barba ni te cuento, que no era la alegría de la huerta, ermitaño y tiene cucarachas en su casa, lamento avisar de mi falta de pericia en la prensa rosa, así que en vez de hablar de si prefiere vivir con fulano o con fulana, hablaré de lo que me parezca (a mi) más interesante.
Tampoco haré suposiciones respondiendo a la pregunta ¿por qué le volvió la espalda al mundo? de la periodista Masha, por supuesto sobre eso también he oído de todo, que si está loco, que si puede padecer una enfermedad extraña o que tiene complejo de superioridad, bueno:
Grigori Perelman (San Petersburgo, 1966) comenzó a trabajar como investigador en el instituto Steklov y paso un tiempo en la universidad de Nueva York, coincidiendo con el derrumbe de la Unión Soviética, cuando muchos matemáticos rusos se quedaban sin ingresos y los norteamericanos les pasaban dinero para poder sobrevivir. Después de esto se fue a una Universidad de California, donde encontró teorías que le inspiraron para resolver la conjetura Poincaré (aunque no fue el único problema en el que se centró). Pero prefirió volverse a Rusia donde estuvo varios años dándole vueltas al problema que al final logro resolver, y trabajar en su demostración de la forma del universo.
Intentaré explicar lo que pueda del problema. (Para más información: “la conjetura de Poincaré” de Donal O´Shea). Éste trata de la geometría de los espacios multidimensionales y es muy importante para la topología (estudio de las propiedades de los cuerpos geométricos que permanecen inalteradas cuando son doblados, estirados o comprimidos). Perelman ha resuelto (“hasta que se demuestre lo contrario”) una versión general del problema, llamada “la conjetura de la geometrización de Thurston”, del que la conjetura de Poincaré es un caso especial.
¿Es el universo abierto o cerrado? Si el universo es finito, pero no tienes paredes, será que esta curvado de alguna forma. Henri Poincaré (Francia, 1854) llegó a la conclusión de que todo objeto tridimensional cerrado es una esfera topológica. Es decir, que cualquier curva cerrada se puede deformar hasta un punto. Asique propuso la conjetura de Poincaré (1904). Perelman demostró que ocho geometrías bastan para nuestro espacio de tres dimensiones.
Lo habitual es que hubiese publicado la demostración en una revista especializada, pero en vez de esto Grigori envió tres manuscritos (el primero a finales del 2002 y el último al verano siguiente) a un archivo en Internet de textos matemáticos.
Una prueba matemática suele cumplir una serie de normas. Primero comienza con unas verdades aceptadas y se aplican unos pasos lógicos con el fin de llegar a una conclusión. Si no hay fallos esto pasa a ser un teorema, el cual tiene que ser revisado por expertos.
La demostración de Grigori era muy breve, compuesta de una serie de secuencias lógicas que ocupaban cuatro páginas cuando podían haber sido desarrolladas a lo largo de cientos (el documento más reciente en el que se resuelve su demostración tiene 473 páginas). El ahorrarse Grigori desarrollar lo que ya daba por sentado dio lugar a que dos matemáticos chinos no muy honrados, Cao Huaidong y Zhu Xiping se quisieran llevar el mérito limitándose a completar lo que faltaba. Costo su tiempo aclarar esta trama.
Las aplicaciones prácticas de su hallazgo se irán viendo en las próximas décadas. De momento, ya han servido para ejecutar un modelo en el tratamiento contra el cáncer frenando la proliferación de las células malignas. Pero solo es el principio de una revolución de la geometría.
Hace cuatro años le ofrecieron la medalla Fields, que no fue a recoger y hace dos meses le premiaron con el millón de dólares que se ofrece por resolver uno de los 7 problemas del milenio establecidos por el instituto Clay, tampoco lo recogió. Su recompensa es la solución del teorema y su ofensa la mercantilización de las matemáticas.
“el humilde razonamiento de uno vale más que la autoridad de miles”
Galileo Galilei