El fin de Pompeya

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Pompeya fue una ciudad del sur de Italia en la época de la antigua roma, situada a los pies de la bahía de la moderna Nápoles. Se cree que fue fundada por un antiguo pueblo en el siglo VII a.C., y paso a ser una comunidad romana en el año 91 a.C. Con los años se convirtió en una ciudad prospera de unos 20.000 habitantes, llena de palacios,  monumentos y jardines. Muchos nobles construyeron allí sus casas, atraídos por el agradable clima y su paisaje tranquilo. Un paisaje solo quebrado por la sombra del monte Vesubio, un gigantesco volcán que marcaría el futuro de la ciudad. El primer aviso fue en febrero del año 62, cuando se produjo un terremoto que ocasionó numerosos daños en Pompeya y en otras villas próximas. La ciudad aún se estaba recomponiendo cuando el 24 de agosto del año 79 fue sorprendida por una fatídica erupción. Una violenta explosión de ceniza y polvo volcánico se extendió por la ciudad. Se desprendieron trozos de piedra y grandes pedazos de lava, que cayeron como una lluvia sobre Pompeya.

El cielo se oscureció por completo, y sus calles se llenaron de un humo mortal. Muchos de sus habitantes corrieron para salvarse, pero la repentina erupción pillo a la gran mayoría por sorpresa. En apenas unas horas la ciudad quedó sepultada bajo una gran capa de cinco metros de ceniza y lava, que al solidificarse la sellaron por completo. Dos días más tarde, el sol volvió a brillar en la bahía de Nápoles, y el Vesubio tan solo emitía una columna de humo. Pero Pompeya ya se encontraba totalmente destruida, y aunque en los alrededores seguirían recordándola como una “ciudad perdida”, esta se fue quedando en el olvido durante más de 1.000 años. Esto cambió al iniciarse las primeras excavaciones en el siglo XVI, cuando algunos obreros que trabajaban en un acueducto encontraron varios edificios en ruinas. A partir de ahí comenzaron a recuperarse los primeros tesoros de la olvidada Pompeya. En 1740 el ingeniero español Roque Joaquín de Alcubierre empezó a utilizar mejores herramientas para excavar un túnel entre la lava.

Edificios como el anfiteatro, el gimnasio las Termas o el templo de Apolo son solo algunos de los lugares recuperados. Pero también se han rescatado importantes mosaicos, que gracias a su buen estado de conservación han promocionado un fiel testimonio del mundo romano. Aunque más impresionante son los cuerpos encontrados entre la ceniza y la piedra volcánica de sus ruinas. Están totalmente petrificados como una escultura de piedra con forma perfecta, Algunos incluso mantienen la expresión de miedo o agonía en su rostro. En total son unos 2.000 cuerpos encontrados, aunque lo más probable es que todavía queden muchísimos más por descubrir. Pompeya se ha convertido en el yacimiento arqueológico más importante de la época de la antigua Roma, debido a su excelente estado de conservación. Las tres cuartas partes de la ciudad que han quedado al descubierto nos permiten hacernos una idea de cómo era la vida allí. Y de como en tan solo unos minutos, todas las páginas de su historia quedaron convertidas en ceniza…

Lo más curioso es que los Pompeyanos se encontraban en medio de una celebración de varios días en honor a el emperador Augusto. Las calles de Pompeya estaban llenas de celebraciones públicas, incluyendo músicos, adivinos, obras de teatro y eventos atléticos. Muchos de esos artistas y atletas vinieron de fuera de Pompeya para participar en el evento, al igual que los visitantes y turistas vinieron a verlos. No podemos saber exactamente cuantas personas había en la ciudad en el momento de su destrucción, pero podemos saber que se perdieron muchas más vidas de las que se habrían perdido si la erupción hubiese sido un poco después. Peor aún, el día antes de la erupción fue Vulcanalia, la fiesta del dios Vulcano, también conocido como el dios del fuego y los volcanes. La gente de Pompeya no se percató el humo y los pequeños terremotos, que pudieron haber servido de advertencia de que el Vesubio entraría en erupción. Debido a esta fiesta interpretaron estos signos como buenos augurios del dios y su felicidad para celebrar su día, en lugar de advertencias para salir corriendo. Pero no fueron solo los festivales, también el clima.

El viento en esa parte de Italia durante agosto tiende a soplar en dirección suroeste. Si esto hubiera sido así, la nube de cenizas y el gas mortal del volcán hubieran sido alejados a otro lugar por el viento. Claro que hubieran sentido el calor infernal y la lava, pero eso no fue lo que mato a la mayoría de la gente de la ciudad. Si la ceniza y el gas se hubieran expandido a la dirección en la que el viento normalmente soplaba, muchos hubieran sobrevivido. Pero por alguna razón ese día el viento soplaba hacia el noroeste directo hacia Pompeya.. Su vía de escape más efectiva que era por la bahía en barco fue bloqueada por un extraño cambio en el clima. De hecho, ese cambio en el clima fue tan extraño que hizo que varios historiadores crean que la erupción no ocurrió en esa fecha en realidad. Se dice que la erupción pudo tener lugar en otoño. El problema del Vesubio es que no avisa con pequeñas erupciones de advertencia. Este volcán tiende a permanecer en silencio por mucho tiempo y de repente emite una erupción masiva y mortal. La última vez que estalló fue por 1944, fácilmente podría volver a estallar mañana mismo.

Fuentes:

wikipedia

www.ivoox.com

historia.nationalgeographic.com

www.abc.es

geologicalmanblog.wordpress.com

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