El despertar de espíritus totalitarios

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 “La Covid-19 es una emergencia de salud pública que está derivando rápidamente en una crisis de derechos humanos. Las personas y sus derechos deben ser la prioridad” este es un tuit del secretario general de la ONU, Antonio Guterres. No es nada nuevo que algunos se aprovechen de situaciones extremadamente delicadas para intentar desviar la atención y enmascarar los otros planes que se tienen en mente. Usar una pandemia como escondite para desgarrar  a toda una nación de unos derechos que tienen, como la palabra indica, por humanos. El país de Camboya ha creado una nueva ley de emergencia que permitirá al gobierno controlar ilimitadamente todas las telecomunicaciones y los medios de comunicación. Ilimitadamente, es decir, que en cuanto acabe la pandemia, está ley seguirá haciendo su función, que no es otra que restringir las libertades de los ciudadanos. A parte de Camboya, en Israel tampoco han seguido estrictamente las recomendaciones de la ONU de tomar medidas de emergencia, pero siempre respetando los derechos humanos. Otro caso sería el de Venezuela. Esto no es nada sorprendente ya que ya hemos visto que en este país se han tomado muchas conductas autoritarias anteriormente y sin precedente alguno, pero en este caso se ha respaldado la decisión de probablemente aplazar los comicios legislativos por la gravedad de la emergencia sanitaria.

Podría seguir nombrando casos y más casos de países que usan la pandemia como velo para encubrir esas intenciones autoritarias que tienen en realidad. Y aún así, sabiendo todos los gobiernos, todas las instituciones que es lo que está pasando en realidad en estos países, todos miramos hacia el otro lado. Hacer la vista gorda, como si no ocurriese  nada. Ya hemos visto que lo que pasa en otras países nos afecta a todos por ello estamos ahora inmersos en esta pandemia. Por hacer muchas veces la vista gorda dejaron pasar la obviedad de los experimentos que estaban teniendo lugar en China con animales salvajes. O sus mercados de animales que se supone debían estar libres, jugando entre ramas de árboles frondosos, porque no son seguros para el consumo humano. Y los dejamos pasar, porque, que iba a pasar por unos pocos animales sufriendo test en un laboratorio. Y lo peor, es que muchos niegan las obviedades, muchos prefieren vivir en su ignorancia. Y no les culpo, porque abrir plenamente los ojos, despertar, y ver todo lo que les depara el exterior, te hace pensar que cualquiera tendría ganas de ignorar para no sentir. Y quien diga lo contrario, miente.

Estaría bien que dejáramos de ver todo pasar delante de nosotros y empezásemos a hacer algo para arreglarlo. Estaría bien que empezásemos a sentir más empatía ante los demás. Las vidas de mucha gente en otros países no llegan ni a cumplir la mitad de los derechos humanos. “Las vidas no solo han de suceder: han de poder ser posibles para ser vividas.”Algunos nacen condenados en un régimen autoritario, otros no pueden sentir el agua caliente en su piel más que alguna vez en varios meses. Ambos no han tenido la oportunidad de saborear la vida mínimamente como nosotros hacemos. Y no nos podemos olvidar de ellos, no podemos hacer como que no pasa nada si a la vez que escribo esto hay miles de niñas y niños que están creciendo sin su derecho a la infancia por las circunstancias en las que la vida les ha tratado. Y lo peor de todo, lo peor es que nunca aprenderemos y nunca cambiaremos muchas injusticias que pasan frente a nosotros, y esa, la indiferencia, será nuestra condena.

Imagen El Español

https://www.ohchr.org/SP/HRBodies/HRC/Pages/NewsDetail.aspx?NewsID=25801&LangID=Shttps://www.eltiempo.com/mundo/mas-regiones/coronavirus-la-pandemia-ayuda-a-paises-a-violar-los-derechos-humanos-489408