El partido Alternativa para Alemania (AfD) ha experimentado un ascenso sorprendente en la política alemana en la última década. Fundado en 2013, el partido ha logrado posicionarse como una de las fuerzas políticas más influyentes del país, especialmente en el contexto de la crisis migratoria de 2015 y la creciente desafección de los votantes con los partidos tradicionales. Este trabajo tiene como objetivo explorar las razones detrás de su auge, su ideología, sus resultados electorales y las implicaciones de su crecimiento en el sistema político alemán.
El AfD fue fundado en 2013 como una respuesta crítica a las políticas económicas de la eurozona, en particular a las medidas de rescate económico adoptadas durante la crisis financiera global. En sus primeros años, el partido se centró en la oposición a la política de austeridad impuesta por la Unión Europea (UE), especialmente en relación con los rescates a países como Grecia. Inicialmente, el partido tenía un perfil económico y liberal, con una postura euroescéptica moderada.
El cambio más significativo en la ideología y la agenda del AfD ocurrió en 2015, cuando la canciller Angela Merkel abrió las puertas de Alemania a más de un millón de refugiados, en su mayoría provenientes de Siria, Afganistán e Irak. Esta decisión provocó una gran división en la sociedad alemana y generó una fuerte reacción en contra por parte de diversos sectores, que veían la política migratoria de Merkel como una amenaza para la seguridad y la identidad cultural del país. Fue en este contexto que el AfD comenzó a ganar notoriedad.
Ante la creciente preocupación por la inmigración y la integración de los refugiados, el AfD comenzó a radicalizar su discurso. De ser un partido euroescéptico y de corte liberal en cuestiones económicas, el AfD pasó a ser un partido abiertamente populista, nacionalista y de extrema derecha. Su discurso comenzó a centrarse en la protección de la “cultura alemana”, la oposición a la inmigración masiva, y la crítica feroz a la Unión Europea y al multiculturalismo.
En las elecciones federales de 2017, el AfD obtuvo un resultado histórico, logrando un 12,6% de los votos y convirtiéndose en el tercer partido más votado de Alemania. Este resultado reflejó la creciente desilusión de una parte de la población con los partidos tradicionales como la CDU/CSU (Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana) y el SPD (Partido Socialdemócrata), que no lograban responder a las preocupaciones de aquellos sectores que sentían que la política de inmigración y la globalización no estaban siendo gestionadas adecuadamente.
Una de las claves para el ascenso del AfD fue su postura firme y a menudo virulenta en contra de la inmigración. Aprovechando el miedo y la inseguridad generados por los atentados terroristas y los incidentes de violencia relacionados con los refugiados, el AfD se presentó como la única alternativa política capaz de frenar lo que ellos llamaban una “invasión” migratoria. Su retórica, marcada por el rechazo hacia los refugiados y los musulmanes, fue un factor que movilizó a muchos votantes de derecha.
La ideología del AfD ha evolucionado a lo largo de los años, pasando de un enfoque económico liberal a uno más nativista y autoritario. A día de hoy, el partido se presenta como una formación nacionalista, euroescéptica, antiinmigración y conservadora en lo social. Se opone a la Unión Europea y propone la salida de Alemania de la moneda única (el euro), abogando por un regreso a una Europa de “naciones soberanas”.
Una de las figuras clave en los primeros años del AfD fue Frauke Petry, quien asumió la presidencia del partido en 2015. Petry fue una de las principales responsables de la radicalización del partido y de la adopción de una retórica más dura contra la inmigración. Sin embargo, en 2017, Petry abandonó el AfD debido a desacuerdos internos, lo que reflejó las tensiones dentro del partido sobre su orientación política y su estrategia.
El AfD se consolidó rápidamente como un partido de protesta, un vehículo para aquellos ciudadanos que se sentían marginados por el sistema político tradicional. En un contexto de creciente desafección hacia los grandes partidos establecidos, el AfD logró captar a un segmento de la población desilusionada con el statu quo. Esta frustración se materializó en un aumento del voto en las zonas del este de Alemania, donde el partido encontró un apoyo especialmente fuerte.
Fuentes: https://es.euronews.com