Todo hombre que se precie tiene su héroe. Para el genial pintor español Eduardo Arroyo era el Ulises de James Joyce, hasta el punto de afirmar que su admiración y connivencia le salvo la vida, pero no en 1989, cuando una peritonitis estuvo a punto de arrancarle de entre los vivos, si no durante toda su vida. Esa admiración por el poderoso texto de Joyce se plasma en una parte de su obra que hoy recoge la Fundación “Enaire” en Santander.
Hablamos en total de 130 ilustraciones en color y 200 en blanco y negro que debería haber a compañado a Ulyses, pero que el artista, muerto en 2018, nunca pudo ver casados, salvo una pequeña remesa de 50 piezas en un cuaderno editado en 1991 para conmemorar el 50 aniversario de la muerte del autor.
“Se lo había encargado Hans Menke, editor de Círculo de Lectores. Pero su nieto Stephen Joyce impidió que aquellos dibujos acompañaran la novela. Alegaba que su abuelo nunca quiso ver el Ulises ilustrado. “Aunque lo cierto es que, en vida, el escritor planteó a Picasso y a Matisse algo similar”, asegura Joan Tarrida, responsable de Galaxia Gutenberg. Y lo cierto también fue que Picasso no le contestó, lo que le enfureció”, revela el crítico Jesús Ruiz Mantilla en El País.
Una serie de coincidencias pondrías en vida del autor en contacto a Tarrida, a la editora estadounidense Gurewich y al propio Arroyo. Aunque ella no llegó a conocer a Arroyo estuvo en contacto con él y el proyecto comenzó a brillar. Pero debía pasar un tiempo hasta que expiraran los derechos de autor en España y pasaran a dominio público los textos de Joyce, algo que se cumplió el pasado 31 de diciembre, con Arroyo muerto. El libro aparecerá a finales de enero simultáneamente en inglés y español, Pero Eduardo no podrá ver su sueño.
Al final Ulyses podrá deambular entre personajes humedecidos en los trazos de Arroyo mientras contemplan seducidos, narcotizados, medio borrachos por la bruma, el mar verdemoco, según lo define Joyce, que rodea Dublín. En una simbiosis ideal entre pintura y literatura, tal como había imaginado Arroyo.
Arroyo llegó a volcar sobre los textos de Joyce un aire cervantino, el mismo que también llevo a Joyce a pulir y a fantasear en cada página bajo el mandamiento de la ironía. También del influjo poético trasladado a la prosa. Pero Arroyo no interpreto el texto, solo obtuvo evocaciones que las palabras le provocaban como imagen.
Esa obra viva continúa viva y enriqueciéndose y es la que podemos ver hasta el 27 de febrero en las Naves de Gamazo, en Santander, bajo el título Eduardo Arroyo: El buque fantasma, en alusión a uno de sus últimos cuadros, así como en la galería Álvaro Alcázar de Madrid, donde se han expuesto autorretratos y una serie de sus personajes favoritos.
Al margen de su obsesión por Joyce, Arroyo es una figura clave de la Figuración Narrativa, movimiento pictórico que ha dado un nuevo vuelo a la pintura europea desde los inicios de los años 60. En esta corriente Arroyo fue pintor, escultor, escritor, escenógrafo, coleccionista y lector.
Eduardo Arroyo: El Buque Fantasma reúne un conjunto de 36 obras -pinturas y esculturas, de las cuales nueve pertenecen a la Colección ENAIRE de Arte Contemporáneo- producidas desde el año 2000; un periodo fecundo y de una gran vitalidad en la vida de un artista desbordante de una constante creatividad y realizando algunas de sus obras más significativas. La diversidad de técnicas, la profusión de personajes, la fructífera reflexión sobre la historia y la condición del artista, vuelven a aparecer abiertamente.
El título de la exposición proviene del último cuadro pintado por Eduardo Arroyo en julio de 2018 en su taller en Robles de Laciana (León). A partir de la famosa leyenda del marinero maldito ambientada en la música de Richard Wagner, Arroyo inventa una gran composición en forma de fantasía literaria donde el amarillo y los colores primarios compiten con la máscara negra de Fantomas, que juega como un jeroglífico contra otros fantasmas presentes en la exposición, donde Eduardo Arroyo vuelve a demostrar la fuerza de la imagen.
En esta muestra también se puede ver un tríptico monumental que el pintor titula Tres movimientos para una España vacía, y donde nos ofrece su particular lectura de los paisajes de su España.
Para acompañar a la exposición, La Fábrica ha editado el libro Eduardo Arroyo: El Buque Fantasma dentro de la colección de gran formato Cuadernos de Artista. Una publicación que reúne las obras de la exposición y dos textos de la comisaria Fabienne Di Rocco y del escritor Julio Llamazares, que contextualizan la obra de Arroyo.
Fuentes ElPaís y Consejería de cultura de Cantabria
Imágenes La Vanguardia