Odile, bióloga e hija de Félix Rodríguez de la Fuente, ha sido la encargada de impartir una charla en el CIMA de Torrelavega a la cual hemos podido asistir. En ella nos ha dado las claves para empezar por nosotros mismos, el cambio que el planeta necesita.
Al contrario que muchos comunicadores, no nos ha dado una visión alarmista de la situación, sino que, con una mirada positiva ha conseguido transmitirnos algunos de los problemas medioambientales de nuestros días, y nos ha brindado las herramientas necesarias para poder poner en práctica alguna de las soluciones que se barajan.
Uno de los primeros temas que trató en su ponencia, fue como afectan las ballenas y cachalotes a la infertilidad del océano. Ella explicaba que estos cetáceos se sumergen a grandes profundidades para obtener alimento, y que más tarde, emergen a las capas superiores de los océanos para defecar, de este modo contribuyen a la reproducción de micro especies tales como el plancton; esta especie contribuye a la propagación del oxigeno. A su vez esto hace que haya más ballenas, gracias al fenómeno llamado retroalimentación positiva.
Acto seguido, abordó un tema que nos pareció sumamente interesante: las corrientes de agua caliente que atraviesan el océano atlántico (sus efectos se pueden observar desde las costas de México, hasta las costas de la zona centro- europea).
¿En qué nos afectan a nosotros estas corrientes cálidas? Al tener una gran concentración de sal, y una temperatura por encima de la media, cuando llegan a las zonas de costa más cercanas a los núcleos urbanos, elevan la temperatura de los mares, y por consecuencia, con la llegada del invierno y dada nuestra disposición geográfica, ayudan al mantenimiento de la temperatura.
Con las corrientes aéreas ocurre algo similar. El aire del polo norte, realiza trayectorias circulares, de este modo, afecta, únicamente, a los países más cercanos (relativamente). Con el aumento de las temperaturas y del dióxido de carbono, su trayectoria cambia, lo que hace que estas corrientes afecten a países a los que, de otro modo, nunca habrían afectado.
Los océanos son una caja de sorpresas, además de ser el gran basurero del mundo, absorben cerca de la mitad de CO2 que hay en el ambiente.
Sin embargo, una capa llamada permafrost, se está comenzando a deshacer. Gases como el metano y el dióxido de carbono, que contenía esta capa, se están liberando.
Siguiendo con el tema de las temperaturas, Odile nos habló de la cumbre por el cambio climático celebrada en Paris (2016). En ella se acordó que los países no deberían producir más CO2 del estipulado, para intentar no aumentar la temperatura del planeta. Pero así con todo, en numerosos países no se ha respetado este acuerdo. En muchos se han superado con creces los 2 grados centígrados pactados, llegando a determinados puntos de inflexión que determinan umbrales críticos de cambios irreversibles.
También ha hablado de la economía, ella piensa, que esta debería ser circular del bien común y colaborativa, no una visión lineal de usas y tirar. El consumo es la mayor herramienta de cambio, en el que la transparencia de etiquetado es crucial, información como: dónde se ha hecho el producto, la huella hídrica y la huella ecológica, tendrían que aparecer de forma obligatoria en todos los bienes de consumo. Deberíamos dar una ventaja competitiva a los productos de origen ecológico, cuyo impacto ambiental es menor que el de los productos corrientes.
Odile le deja una tarea a los gobernantes, deben darnos soluciones alternativas y producir el cambio de una forma escalada.
La conclusión es muy simple, no podemos seguir viviendo de espaldas a la naturaleza. La vida es un milagro único que debemos preservar, por las futuras generaciones y por nosotros mismos. Caminemos de la mano por un futuro mejor juntos.