La epidemia silenciosa de las ETS entre los jóvenes

En los últimos años, España está experimentando un repunte alarmante de las infecciones de transmisión sexual (ITS), particularmente entre la población joven. Este fenómeno, que avanza casi en silencio, refleja no solo cambios sociales en los hábitos sexuales, sino también carencias estructurales en educación sexual, prevención y acceso a la salud.

Según datos oficiales, los casos de gonorrea, clamidia y sífilis se han multiplicado de forma significativa desde 2021. Solo en 2023 se notificaron más de 34.000 casos de gonorrea y cerca de 37.000 de clamidia, siendo estas dos las ITS más frecuentes. El aumento es especialmente preocupante en menores de 25 años, donde se han detectado subidas de hasta el 128 % en casos de clamidia y más del 80 % en gonorrea entre adolescentes de menos de 20 años.

Detrás de estas cifras se ocultan múltiples factores. Uno de los más señalados por profesionales sanitarios y expertos es la falta de una educación sexual integral en los centros escolares. Aunque algunos programas se han intentado implementar en comunidades autónomas concretas, la mayoría de los adolescentes sigue recibiendo información sexual a través de internet, redes sociales o pornografía. Esto conlleva ideas erróneas sobre los riesgos reales, la protección y el consentimiento.

El descenso en el uso del preservativo también preocupa a los profesionales. Mientras que en décadas anteriores el VIH generó una conciencia colectiva sobre el uso del condón, en la actualidad, con nuevos tratamientos antirretrovirales y la aparición de la PrEP (profilaxis preexposición), la percepción del riesgo ha disminuido. Muchos jóvenes ya no consideran prioritario protegerse en relaciones sexuales esporádicas, especialmente cuando no hay penetración vaginal. Esta relajación se da tanto en relaciones heterosexuales como entre hombres que tienen sexo con hombres, grupo en el que también se ha detectado un aumento de prácticas de riesgo como el chemsex (uso de drogas durante el sexo).

Otro factor clave es la influencia de las aplicaciones de citas. El acceso rápido y fácil a encuentros sexuales con desconocidos ha incrementado notablemente las relaciones sexuales esporádicas sin conocimiento previo del estado de salud del otro. Además, se ha detectado un fenómeno de “fatiga de la prevención”: la repetición de mensajes de riesgo ha perdido eficacia entre los adolescentes, que en muchos casos no se sienten aludidos.

En cuanto al sistema sanitario, aunque existen centros especializados en salud sexual —como el Centro Sandoval en Madrid— y servicios de diagnóstico gratuitos, muchos jóvenes no los conocen o sienten vergüenza de acudir. La estigmatización de las ITS persiste, especialmente entre los adolescentes, y esto retrasa el diagnóstico. De hecho, un porcentaje significativo de jóvenes infectados por clamidia o gonorrea no presenta síntomas, lo que facilita la transmisión y complica la detección.

Ante este panorama, algunas comunidades autónomas están tomando medidas. En Madrid, por ejemplo, se ha presentado un plan de salud sexual para jóvenes que contempla campañas informativas, pruebas sin cita previa, acceso gratuito a preservativos y ampliación de centros de diagnóstico rápido. A nivel nacional, el Ministerio de Sanidad ha propuesto distribuir preservativos gratuitos entre jóvenes de 14 a 22 años y reforzar los programas de educación sexual en colaboración con los centros educativos.

Sin embargo, desde el ámbito profesional se insiste en que las medidas deben ir más allá de la distribución de preservativos o la creación de centros especializados. Es necesario hablar de afectividad, consentimiento, autoestima, respeto y diversidad. La salud sexual no es solo una cuestión de prevención biológica, sino también emocional y social.

Las ITS, aunque en muchos casos tienen tratamiento, pueden provocar secuelas graves si no se detectan a tiempo: infertilidad, dolor crónico, complicaciones en embarazos e incluso enfermedades más graves. Además, aumentan el riesgo de transmisión del VIH.

La situación actual exige una respuesta urgente, integral y sostenida en el tiempo. La prevención debe empezar en las aulas, continuar en casa, reforzarse en los medios de comunicación y sostenerse en los servicios de salud. Los jóvenes no deben enfrentarse solos a una realidad para la que no han sido preparados.

España, como otros países europeos, tiene los recursos técnicos y médicos para controlar esta tendencia. Lo que falta es la voluntad política, la coordinación institucional y una estrategia educativa firme que deje de esquivar los temas incómodos. Mientras tanto, las ITS siguen creciendo entre los más jóvenes, silenciosamente, pero sin freno.


Fuentes:

  • Instituto de Salud Carlos III – Vigilancia epidemiológica de ITS, 2023
  • El País: “Alerta por el auge de las infecciones sexuales entre adolescentes”, 2024
  • El Español: “La clamidia se dispara entre los jóvenes españoles”, 2023
  • Gaceta Médica: “El chemsex y la desinformación agravan la epidemia de ITS”
  • Cadena SER: “Matronas denuncian la falta de educación sexual en institutos”
  • Ministerio de Sanidad – Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva 2025
  • Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) – Comunicados sobre ITS en jóvenes
@martaimazjovenessaludsociedad
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