Imagina que de un día para otro tu celular solo sirve para llamadas cortas, que ya no puedes abrir tus redes sociales, que Tik-Tok, Netflix, YouTube o tu videojuego favorito son cosa del pasado, y que la única “noticia” que llega a tu barrio es lo que alguien dice en voz baja en la calle. Suena a una pesadilla distópica, ¿verdad? Pues eso es lo que está ocurriendo hoy en Afganistán.
Los talibanes han decidido cerrar el acceso al internet de fibra óptica en varias provincias del país, limitando las comunicaciones a redes móviles lentas y costosas. El resultado: millones de personas desconectadas, sin acceso a educación online, sin posibilidad de trabajar de manera digital y, sobre todo, sin voz. Porque sin internet no solo se apaga la pantalla, se apaga también la capacidad de contar la propia historia.
El internet en Afganistán no era un lujo, era una tabla de salvación. Jóvenes que no podían asistir a la universidad por las restricciones contra las mujeres seguían estudiando en cursos online. Emprendedores vendían artesanías o ropa a través de plataformas digitales. Familias separadas por la guerra mantenían contacto mediante videollamadas. Todo esto se desploma cuando las redes se apagan.
La educación es quizá la pérdida más dolorosa. Sin Wi-Fi confiable, miles de chicas que habían encontrado en las clases virtuales un refugio para aprender se quedan en blanco. Lo que para ti es un corte molesto de internet en medio de un examen online, para ellas es la clausura definitiva de su derecho a la educación.
Piensa en los jóvenes afganos que lograron aprender diseño, programación o marketing digital. Muchos trabajaban de manera remota para clientes en otros países, construyendo un futuro pese a las dificultades. Hoy no pueden ni abrir un correo sin que la conexión se caiga. El costo de los datos móviles es tan alto que sostener un empleo remoto es inviable. El apagón digital no solo corta comunicaciones, corta también sueños profesionales.
Los talibanes justifican estas restricciones diciendo que buscan “evitar la inmoralidad”. Una explicación vaga que en la práctica significa censura. Al limitar la red, controlan qué noticias circulan y qué voces se escuchan. El internet, que en manos de la gente se convierte en denuncia, organización y creatividad, se vuelve una amenaza para un régimen que prefiere el silencio.
Este aislamiento no afecta solo a los jóvenes. Oficinas gubernamentales, bancos, hospitales y medios de comunicación dependen de internet para funcionar. Sin esa conexión, la vida diaria se vuelve más lenta, más complicada y, en muchos casos, imposible. Incluso aeropuertos y servicios de transporte se ven impactados por la falta de coordinación digital.
En un mundo donde todo —desde pedir un taxi hasta asistir a una clase universitaria— depende de estar conectado, perder internet es como retroceder varias décadas de golpe. Para un joven afgano, significa no poder aprender, no poder trabajar, no poder soñar en grande. Es sentirse encerrado en un país del que ni siquiera se puede contar al mundo lo que está pasando.
El internet no es solo entretenimiento. Es una ventana hacia el conocimiento, una plataforma para emprender, una herramienta de comunicación y, sobre todo, un espacio de libertad. Quitar esa libertad digital es una forma de apagar la voz de toda una generación.
Aunque pueda parecer que no tenemos poder frente a esta situación, sí hay pequeñas acciones que suman. Informarnos, hablar del tema en redes, apoyar a organizaciones que defienden los derechos digitales y la educación en contextos difíciles, y no dar por sentado nuestro propio acceso a la información. Porque si algo demuestra Afganistán es que la libertad de conectarse nunca está garantizada.
Lo que hoy vive Afganistán es más que un problema técnico: es un apagón de derechos. Al cortar internet, los talibanes no solo desconectan cables; desconectan vidas, proyectos y futuros. Y en ese silencio forzado, se pierde la posibilidad de que los jóvenes afganos cuenten su propia historia al mundo.
Mientras nosotros leemos esto en una revista digital, ellos luchan por no quedar atrapados en la oscuridad. Recordarlo es el primer paso para no ser indiferentes.
Fuentes consultadas
- Afghanistan: What’s at stake as Taliban cut internet? — DW.
- Internet blackout across Afghanistan in Taliban ‘immorality’ crackdown — Sky News.
- Taliban shut down WiFi, a lifeline for women and girls, in Afghan province — Washington Post / Stars and Stripes.
- From looms to laptops, Afghan women lose lifeline in Taliban internet ban — Al-Monitor.
Imagen SAYED HASSIB (REUTERS)